martes, 16 de agosto de 2016

ENERGÍA ALTERNATIVA: Bolivia es el país ideal para las energías alternativas

Justo Zapata Quiroz  (JZ) es el Jefe del Departamento de Investigación, Postgrado e Interacción Social de la Universidad Mayor de San Andrés. Este doctor PHD en química está entre quienes embanderan una iniciativa que busca llevar aire fresco, innovador desde el sistema universitario hacia la sociedad boliviana.


La idea es integrar a las funciones de enseñanza, investigación e interacción social la formulación de políticas de Estado articulando un círculo virtuoso.
EPeN.- ¿Qué entendemos por políticas de Estado y por qué las universidades deberían abordarlas?
JZ.- Política de  Estado, cuestión de Estado es algo en lo que todos estamos de acuerdo y que ya no depende de quién es el gobernante de turno. Es algo urgente y que hay que enseñarlo porque no lo aplicamos en ninguna instancia. En Bolivia, la primera política de Estado, en la que todos deberíamos estar de acuerdo, es tener políticas de Estado. Cada vez que cambia un gobierno, todos tiemblan porque todo empieza de cero. En cambio, si tuviéramos políticas de Estado, todos ganaríamos. En ese contexto, las 15 universidades del sistema estatal deberían trabajar políticas de Estado. Eso no significa que las universidades pierdan su autonomía ni que las autoridades no hagan políticas, sino que a ellas les corresponde realizar políticas de Gobierno.

EPeN.- ¿A partir de que base trabajamos políticas de Estado hoy?
JZ.- Partimos de un diagnóstico económico, social, político y ambiental de la realidad mundial y nacional. Baste citar el informe de la Oxfam que titula “Un mundo para el 1%”. Allí se muestra que el 1 por ciento de la población mundial tiene más riqueza que el resto del mundo combinado y la tendencia es ir a acentuar eso. Esta cúpula acumula cada vez más riqueza. Ése es un tema central. Son ellos, por ejemplo, quienes han instituido esa red de paraísos fiscales donde este grupo de ricos maneja 7,6 billones de dólares, ¡7,6 millones de millones!
¿Por qué está ocurriendo esto en el mundo? Por la forma en que se hace la política. Los partidos políticos básicamente funcionan con recursos económicos. ¿Acaso no vemos esos estudios que señalan, por ejemplo, cuánto cuesta poner un Presidente, un senador, etc. nada menos que en EEUU? Es decir, si no se tiene plata, no se puede hacer política. Entonces, ese 1 por ciento más rico del planeta es el que más puede hacer política porque es el que tiene el dinero. Además es capaz de financiar a todos los partidos, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha. Y una vez que alguien asciende al poder, lo primero que tiene que hacer es devolver la inversión. ¿Y cómo lo hace? Pues haciendo más rico a quien le ha dado la plata. Eso pasa en todo lado. El propio Donald Trump ha dicho que financió a demócratas como a republicanos, a la misma Hillary Clinton.
Esa forma de hacer política es la que está haciendo aguas en todo el planeta. Ese “stablishment” de demócratas y republicanos ya no ofrece soluciones para los problemas de los ciudadanos. Entonces de pronto los ojos se vuelcan a la extrema derecha, con un fascista como Trump, y a la extrema izquierda con Sanders, que le hizo buen frente a Hillary. Igual si analizamos el Brexit en Gran Bretaña donde los laboristas desatan una crisis de radicalismos. Qué decir de Grecia, donde barrieron de la extrema derecha a la extrema izquierda y, al final, tuvieron que cuadrarse ante quienes financian a los países.
EPeN.- Y acá también, supongo.
JZ.- En Latinoamérica, no se negociará con dueños de grandes transnacionales, pero igual para conseguir dinero se cae en la corrupción. Basta ver lo que pasó con Lula o en Argentina o lo que pasa acá mismo con temas como el Fondioc. Si no, no pueden hacer política, y eso es lo que se cuestiona en este análisis, la forma de hacer política mediante partidos políticos. En ese contexto viene la propuesta de darle a la universidad, como una función central, el proponer políticas de Estado.
La universidad ya no haría esto como en otros tiempos, es decir, fuera de los horarios de clases, sino un cambio de chip: hacer política en la universidad para que beneficie a toda la familia, a la sociedad en su conjunto, en un escenario en que enfrentamos tantos y tan complejos problemas.
EPeN.- En un sentido integral, combinando los saberes de facultades, institutos, grados..
JZ.- Exacto, universidad. Y acá jugará un gran rol la autonomía. La propuesta relaciona las funciones principales de la universidad: enseñanza, investigación, interacción social y hacer políticas de Estado.
Lo segundo es comprender que estamos en la edad del conocimiento. Y las instituciones que te marquen la política ya no van a ser del capital, del que tiene plata, sino del que tiene cerebro. Y las instituciones que más trabajan con el conocimiento, es decir las universidades, de por sí van a tener más peso político. Por consiguiente, intervendrán más en el desarrollo económico del país. Ese es un cambio. La nueva estrella de nuestra sociedad debe ser no quien es rico, sino quien ha propuesto políticas de Estado en beneficio de toda la sociedad. Esos son los nuevos paradigmas. Además esto no sólo implica a las universidades, sino a todo el sistema educativo. Todo el sistema educativo debe trabajar con esa función. Los partidos políticos deben hacer políticas de Gobierno, pero el sistema educativo debe trabajar en función de políticas de Estado.

EPeN.- En ese contexto, hay una compleja ecuación entre energía, medio ambiente, necesidades sociales, seguramente  forman parte de ese contexto
JZ.- Sí. La parte material, física, es el Cambio Climático. En 150 años la temperatura del planeta subió 1,5 grados, si pasamos de los 2 grados se desata un catástrofe imparable. Pero la tendencia es tan acentuada que en 2100 habríamos, a este ritmo,  subido 5 grados la temperatura global. El 2015 se registró como el año más caliente de la historia, desde que se miden las temperaturas, pero además el 2016 parece que lo va a superar.
Entonces planteamos políticas de Estado en tiempos del Cambio Climático. Y, por ejemplo, hay que apostar de entrada, en temas energéticos, por las energías alternativas. Y empecemos a desechar, en el plazo inmediato las energías fósiles, es decir del carbón, el petróleo y el mismo gas. Otra política estratégica es la de desarrollo humano. Allí identificamos la biodiversidad como recurso más importante. ¿Por qué? Porque la explotación de este recurso involucra prácticamente a toda la población boliviana.

EPeN.- ¿Por qué?
JZ.- Si vamos a la economía tradicional, el gran actor es el inversionista, sea petrolero, minero, soyero, etc. Allí, ni usted ni yo tocamos pito, en cambio en este otro escenario todos somos actores. Hay agricultores que no saben ni leer que nos pueden dar cátedra sobre cómo sembrar y producir, y un sinfín de conocimientos. Y en este escenario lo primero es apuntar a la producción de alimentos. Si la gente está bien comida, se minimizan los problemas. El hambre desestabiliza los Estados, desde la Revolución Francesa hasta lo que pasa ahora en Venezuela. Nadie ha hecho revoluciones porque le falten computadoras o celulares…Y al mismo tiempo, en esta política se generan empleos. Hay una crisis terrible de empleo en Bolivia y en todo el planeta. El empleo es la condición necesaria para tener alimentación, salud pública y educación de calidad. Entonces la biodiversidad sería ese recurso más importante para conseguir empleos. Más adelante podemos ir al detalle. 
En política energética hay que cualificar el costo del gas, por su bajo nivel de contaminación, y, sobre todo, plantear que Bolivia sea el primer país en transformar su matriz energética a las energías renovables. Según mediciones de la ONU, el potencial hidroeléctrico de Bolivia es el segundo en América, Brasil tiene el primero con cerca de 800 mil megavatios. De los 190 mil megavatios que tiene, ¿cuánto aprovecha Bolivia? 1,5 megawatt. Pero, contraproducentemente, se quema gas y se han construido termoeléctricas, teniendo semejante potencial hidroeléctrico…
EPeN.- ¿Pero no tienen acaso las hidroeléctricas serias contraindicacines? Hay una gran polémica con lo de El Bala o las represas del propio Brasil, por ejemplo.
JZ.- No hablamos de eso, sino de un aprovechamiento que tiene un buen indicador, por ejemplo, en la planta de Zongo en La Paz. No se trata de una megarepresa, sino del aprovechamiento de una caída de agua que no le causa mayores daños a los paceños, pero les provee de energía. Eso se puede hacer en diversas partes del país, en cualquier pueblito que tenga caídas de agua, son suficientes para hacer motorcitos. Son microrepresas. No hablamos de una megaobra que la va a manejar un chino y cuya producción la irá comprar un brasileño. Las grandes empresas nos crean dependencia económica, nos causan daños ambientales y nos dejan deudas monumentales. En cambio, con las represitas, en el área rural se podría lograr hasta que el campesino sea productor de energía.
EPeN.- ¿Están cuantificadas esas potenciales ventajas?
JZ.- Hay que memorizar una medida Kilowatt hora por metro cuadrado (kwh/m2). Y ocurre que nuestro altiplano es el lugar que más energía solar recibe a nivel planetario. Esto porque se halla cerca del trópico de Capricornio, cerca del Ecuador, es decir donde más sol llega. Y además se halla a mayor altura, 4 kilómetros más cerca del sol. El altiplano boliviano recibe 10 kwh/m2. Alemania recibe 3 kw/h, menos de la tercera parte. ¿Y qué hace Alemania? Le dice adiós a lo nuclear y al petróleo, y apuesta por las energías solar, eólica y de la biomasa. Contraproducentemente acá se está haciendo inversiones en lo nuclear y en el petróleo. Se ha cortado ingresos a diferentes sectores para invertir miles de millones en petróleo, cuando el precio del petróleo está cayendo y planeta se está yendo al desastre. Entonces, como universidad, estaríamos planteando ese cambio.
Un ejemplo, los autos eléctricos Tesla que funcionan con baterías de litio. Cada vez están más accesibles de precio. Pueden caminar 8 kilómetros con 1 kwh/m2. Hoy pagamos 0,6 bolivianos por 1 kwh/m2, es decir, con 1,2 bolivianos de costo andaríamos 16 kilómetros. Hoy un buen auto anda eso con más de un litro de gasolina que cuesta 3,74 bolivianos, la tercera parte, pero además está subvencionada. En algún momento debió costar 10 bolivianos y hoy debería estar por los 5 bolivianos. Y pensemos que el precio del kwh/m2 actual es en base a la producción de Zongo, con la energía solar saldría aún más barata. Un reemplazo del 50% del consumo de gasolina implicaría un ahorro de 600 millones de dólares, calculados en base a la tarifa doméstica actual. Y nos basamos en energía que constantemente está acumulándose que se la puede aprovechar como cuando uno deja cargando su celular por la noche.
Habría además varias otras ventajas: dejaríamos de contaminar el medio ambiente. Hoy, por ejemplo, estamos usado diesel venezolano cargado de partículas que causan un montón de problemas respiratorios. También tendríamos motores eléctricos que duran mucho más que los motores a combustión.
EPeN.- ¿Y qué me dice de otro tipo de energías alternativas?
JZ.- Bolivia es el país ideal para las energías alternativas. Están la energía solar, las caídas de agua, y en los llanos, así como en el altiplano, se puede generar energía eólica porque se requieren lugares planos. Ya hay estudios de los institutos de la UMSA. Es totalmente factible, y debemos hacerlo.
Y por esas mismas condiciones físicas topográficas, Bolivia es también el país ideal para aprovechar su biodiversidad. Hay productos muy valiosos. Y para ello, la otra ecuación es trabajar, “casarnos”, como universidad, con los pobres del país. No ponernos al servicio de empresas, sino al servicio de municipios rurales, con los más pobres. Hay un millón de bolivianos pobres. Viven en el altiplano y lo valles interandinos. Pero ellos ocupan cerca de 11 millones de hectáreas. Esto significa que hay como 11 hectáreas por persona, es decir, cerca de 66 hectáreas por familia, tierras que casi no están produciendo.
Hoy, Bolivia, de las 110 millones de hectáreas que tiene como país, produce en tres millones, y de esos tres millones, un millón producen soya. Soya que deforesta, que implica transgénicos, que trae problemas sociales, etc. En agricultura somos básicamente un país soyero. Esto implica además que no estamos produciendo lo que comemos, es un grado de dependencia extremo. Importamos la gran mayoría de nuestros alimentos.               
El plan del Gobierno apuesta a trigo, al maíz y a la soya. Pero lo que debía hacerse es apostar a cultivos que no hay en otras partes. Un buen ejemplo ha sido, de alguna manera, la quinua. Cerca de 70 mil familias ingresaron a ese negocio y la producción se disparó, el preció llegó hasta los 6.600 dólares la tonelada. Mientras que maíz, azúcar, soya están por los 300 a 500 dólares la tonelada.
EPeN.- ¿Cuáles serían las opciones?    
JZ.- Hay productos tremendos, por ejemplo, el tarwi. Tiene más proteína que la soya, y eso es un valor estratégico fundamental. Si hay proteína, se es competitivo en la crianza de peces, aves, reses, etc. Tiene similar nivel de grasas que la soya que igual es otro valor favorable. Y así como el tarwi, se puede explotar una serie de productos de una y otra región que tienen gran potencial
Las papalisas, las habas, el asaí, el copuasú, la almendra. Pero, volviendo al tarwi, tiene la ventaja que se produce en el altiplano y en los valles, donde están esas áreas de pobreza que cité antes. Se cultiva con poca agua y produce hasta 5.000 kilos por hectárea frente a la soya que llega a 2.000 por hectárea. El tarwi tiene un sinfín de cualidades más. Y sería un alimento de características orgánicas cuyo mercado está en boga en el mundo.
La estrategia es empezar con los municipios pobres y luego avanzar a otras zonas. Las proyecciones de esa producción nos señalan cerca de 1.000 millones de dólares por año como base.
Tenemos que hacer cosas así, sobre bases científicas pensando en nuestro futuro, sino sólo veremos el peso de deudas monumentales y graves costos sociales y ambientales. Y como universidades queremos organizarnos en ese sentido para apoyar al país, en base a centros e institutos de investigación por universidades y por carreras.
Fuente: periódico "El País-Tarija"

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