El director ejecutivo de la Coordinadora de
Integración de Organizaciones Económicas Campesinas Indígenas y
Originarias de Bolivia (Cioec Bolivia), Luis Javier Valda señala que
productos transgénicos como la soya no están destinados al mercado
interno sino a las exportaciones. De acuerdo a Valda, los productores
rurales aún producen los alimentos de acuerdo a costumbres
tradicionales. De acuerdo a Valda se debe clasificar que parte de la producción
boliviana es transgénica y qué parte no lo es. Pero además, debe
clasificarse hacia dónde está dirigida esa producción.
Según el Periódico digital del Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB), en el país existen 900 mil hectáreas de soya genéticamente modificada. Por otra parte se afirma que la tendencia es que no sólo las grandes transnacionales se hagan cargo de instalar ésta tecnología fuertemente rechazada por los conservacionistas y medioambientalistas, sino que el sector público se involucre como está sucediendo en otros países como Brasil.
El especialista en biotecnología y bioseguridad, Pedro Rocha, explica que la soya sigue predominando el escenario mundial de productos genéticamente modificados, le sigue el maíz y el algodón. Entre las características de estos cultivos que predominan los sembradíos transgénicos figuran la tolerancia a los herbicidas y su resistencia a los insectos.
Por su parte, Valda sostiene que la soya tiene inmensos campos productivos y mucho volumen. Pero que esa producción es la que se exporta, mientras que apenas un 00.1% estaría destinada a consumo interno.
“Los compañeros del área rural, el productor que realmente está el día a día produciendo en el campo, con las distintas dificultades, está produciendo todavía con costumbres ancestrales y tradicionales. Por eso que podemos decir que en Bolivia todavía tenemos productos, en el mercado, para consumo interno, que son productos sanos”.
La representante de género de la Cioec, Margarita Altamirano, señala que los pequeños productores no están de acuerdo con la producción de transgénicos en la región. “Nosotros conservamos una seguridad alimentaria sana, saludable. Consideramos que si bien los transgénicos ayudan a los grandes empresarios, nosotros nos consideramos productores pequeños y no es algo bueno para nosotros”, recalca.
Asimismo, Valda señala que es importante fortalecer al sector productivo y mejorarlo. “Los pequeños productores todavía no están entrando a competir en un mercado nacional, menos aún a un mercado internacional. Faltan políticas de Estado que definan: acceso a asistencia técnica, a mejoramiento del agro, para dotar a los pequeños productores con condiciones mínimas para producir eficientemente. Para no tener más granos industriales debe empoderarse a este sector y creemos que en Bolivia se están dando las condiciones para esto”, concluye.
Según el Periódico digital del Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB), en el país existen 900 mil hectáreas de soya genéticamente modificada. Por otra parte se afirma que la tendencia es que no sólo las grandes transnacionales se hagan cargo de instalar ésta tecnología fuertemente rechazada por los conservacionistas y medioambientalistas, sino que el sector público se involucre como está sucediendo en otros países como Brasil.
El especialista en biotecnología y bioseguridad, Pedro Rocha, explica que la soya sigue predominando el escenario mundial de productos genéticamente modificados, le sigue el maíz y el algodón. Entre las características de estos cultivos que predominan los sembradíos transgénicos figuran la tolerancia a los herbicidas y su resistencia a los insectos.
Por su parte, Valda sostiene que la soya tiene inmensos campos productivos y mucho volumen. Pero que esa producción es la que se exporta, mientras que apenas un 00.1% estaría destinada a consumo interno.
“Los compañeros del área rural, el productor que realmente está el día a día produciendo en el campo, con las distintas dificultades, está produciendo todavía con costumbres ancestrales y tradicionales. Por eso que podemos decir que en Bolivia todavía tenemos productos, en el mercado, para consumo interno, que son productos sanos”.
La representante de género de la Cioec, Margarita Altamirano, señala que los pequeños productores no están de acuerdo con la producción de transgénicos en la región. “Nosotros conservamos una seguridad alimentaria sana, saludable. Consideramos que si bien los transgénicos ayudan a los grandes empresarios, nosotros nos consideramos productores pequeños y no es algo bueno para nosotros”, recalca.
Asimismo, Valda señala que es importante fortalecer al sector productivo y mejorarlo. “Los pequeños productores todavía no están entrando a competir en un mercado nacional, menos aún a un mercado internacional. Faltan políticas de Estado que definan: acceso a asistencia técnica, a mejoramiento del agro, para dotar a los pequeños productores con condiciones mínimas para producir eficientemente. Para no tener más granos industriales debe empoderarse a este sector y creemos que en Bolivia se están dando las condiciones para esto”, concluye.
Fuente: periódico "El Diario" La Paz-Bolivia - 22/05/2012
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