martes, 10 de mayo de 2016

HIDROCARBUROS: Bolivia avanzó en su autarquía energética, pero no repuso las reservas

A pocos días de cumplirse los 10 años de la “nacionalización” de los hidrocarburos, el investigador Juan Carlos Guzmán realiza un balance de la política energética de Evo Morales. Afirma que el país tiene una autarquía energética del 83%, seis puntos porcentuales menos que hace 15 años, y que la petrolera estatal YPFB no pudo reponer las reservas que lograron las petroleras hasta el año 2005.
En una entrevista con ANF, el autor de varios libros y estudios sobre la matriz energética de Bolivia y la región, el costo de la subvención de los combustibles y el “gasolinazo”, entre otras temáticas, destaca los primeros pasos en la generación de energías renovables, pero afirma que el país está lejos de ser el centro energético de Sudamérica.

ANF.- ¿A diez años de la nacionalización de los hidrocarburos, se puede afirmar que el Estado tiene el control sobre la exploración, explotación y exportación de los hidrocarburos?

JCG: Este es un viejo debate en el ámbito de la explotación de los recursos naturales: ¿tiene el control quien posee la propiedad jurídica del medio de producción? o, por el contrario, ¿el control sólo se ejerce a partir de la propiedad económica del recurso, es decir, inversión, producción, consumo?

Como verá, 10 años de gestión de un sector que, supuestamente, está nacionalizado, dejan muchas dudas sobre su  control por parte de YPFB. La voz oficial dice que el control de la inversión, producción, transformación y consumo depende únicamente del gobierno y que las empresas son –poco menos que- los "empleados" del Estado. Esta posición tiene puntos de coincidencia con la oposición, que piensa que el sector tiene un sesgo completamente estatista, que se  ha ahuyentado a la inversión privada y a partir de ahí se gesta la crisis de reservas de hidrocarburos.

En mi opinión el debate sobre el control sólo apunta a develar la naturaleza política del Gobierno y, en ese sentido, el resultado sólo será político. ¿Le sirve esto al pueblo?. En términos de energía para nada. Para aumentar condimento a esta ensalada de "control" sería bueno hacer algunas preguntas: ¿Es control haber mantenido estancada la producción de GLP en los campos de gas natural, cuando la producción de éste se quintuplicó?. Según la información oficial, este estancamiento duró seis años de la reforma liberal y ocho años del "proceso de cambio"; es decir, Bolivia se mantuvo con la capacidad de producción de GLP de antes de la capitalización. Le recuerdo que estamos hablando del GLP, el energético más importante para las familias bolivianas. El problema derivó en importaciones y subsidios, y se solucionó con la construcción de la separadora de líquidos de Río Grande. En los 14 años del problema ¿se logró que las petroleras incrementen la capacidad de producción de GLP?. Ahí tiene una respuesta. ¿Es controlar el sector renunciar a parte de la renta de petróleo, incumpliendo los contratos que el mismo YPFB firmó, para asignar un incentivo de $us 30 por cada barril de petróleo producido?, si revisamos el decreto 1202 de abril de 2012, encontraremos una segunda respuesta.

Han pasado casi 10 años del informe de certificación de reservas que fue rechazado y duramente criticado por el Gobierno. La crítica situación de reservas se confirmó en 2010 y las pocas inversiones provinieron de YPFB y sus subsidiarias. Creo que eso puede constituir una tercera respuesta. 

ANF.- El Gobierno dice haber alcanzado una renta petrolera entre el 2006 y 2015 de $us 31.504 millones, versus el periodo neoliberal de 1985-2005 que llegó a $us 4.585 millones. ¿Estos altos ingresos han garantizado para incrementar nuestras reservas de gas y diversificado nuestra base energética?.

JCG: Primero una precisión, esa inmensa cantidad de recursos provenientes de la renta petrolera tienen tres fuentes: las regalías y participaciones creadas en 1996; el IDH creado con la Ley 3058 de mayo de 2005 representa más de la mitad de la renta percibida y, finalmente, la participación de YPFB, inscrita en los anexos de los contratos logrados después del decreto de nacionalización, que debe llegar a un 10% de la renta total. Ese régimen fiscal, afectado por una duplicación del volumen de producción y una subida de casi cinco veces en el precio, ha permitido que el país obtenga esa ingente cantidad de recursos. La mayor participación boliviana en el excedente se logró con la Ley 3058, eso debe quedar claro. Así que quienes debieran jactarse de ese logro debieran ser quienes lucharon en las calles y el parlamento para, finalmente, lograr que Hormando Vaca Diez promulgue la Ley 3058. 

Yendo a la pregunta, nuestra situación de reservas es crítica. La primera mala noticia se dio hacen ya 10 años. El Gobierno prefirió enojarse con el mensajero y no oír el mensaje. La mala noticia se confirmó en 2010 y desde entonces no hubo grandes cambios. YPFB no pudo reponer las reservas que lograron las petroleras hasta 2005. 

Los parámetros que dan cuenta de la naturaleza de la matriz energética boliviana no han cambiado: en la actualidad el 94.6% de la producción de energía boliviana tiene origen fósil; el 79% del gas natural producido se destina a la exportación; importamos la mitad del diésel que consumimos; en cantidad de energía, después del GLP, la biomasa es el segundo energético más importante para las familias bolivianas, mientras que los primeros excedentes de GLP han sido destinados a la exportación. 

3.- ¿Es una utopía o Bolivia está dando pasos firmes para convertirse en el centro energético de Sudamérica?  

JCG: Tal objetivo visto desde la construcción del capitalismo podría constituir una utopía, es cierto. Desde la visión del eco-socialismo podría constituir una verdadera pesadilla. 
Habría que entender qué significa eso de constituirse en el "centro energético" de la región. Recordemos que ese fue el discurso de la Reforma Liberal de 1996 para justificar la capitalización de las empresas estatales. Ahora bien, debido a su posición geográfica Bolivia podría ser el centro geográfico no sólo de energía sino de otros bienes y servicios. Si se piensa en cantidad de energía primaria, nada más lejano de la realidad: Bolivia produce menos del 3% de la energía que se produce en Sudamérica. Si se trata de electricidad aún menos: generamos menos del 1% de la electricidad en Sudamérica. Nuestros vecinos generan el 79% de la electricidad del continente. Mi conclusión es que igual que en 1996, el discurso sobre la potencia energética es meramente político.

Lo peligroso de estos discursos de corte nacionalista es que detrás de ellos está la socialización de las obras públicas que, supuestamente, buscan el bien público y, por tanto, justifican daños ambientales, violación de derechos, etc. Igual que en la carretera a través del TIPNIS: todo aquel que reclame por los derechos violados y por el daño ambiental causado se estará oponiendo al bien público, va en contra del progreso y, finalmente, será un antipatria. 

ANF.- Hace diez años la pregunta de los expertos económicos era ¿detrás del gas qué?; ¿A esta altura ya tenemos respuestas claras sobre la ruta que persigue nuestro desarrollo económico y productivo?

JCG: La única respuesta que me asalta después de estos diez años es que la productividad energética del país se ha deteriorado seriamente. Exportamos cuatro veces más de gas natural y consumimos casi del doble de la energía y esto no se refleja en la misma magnitud en la generación de riqueza.

5.- ¿Se avanzó lo suficiente en la generación de energías renovables?

JCG: Los proyectos de energía eólica y solar implementados desde 2014 amplían la diversidad de fuentes en la matriz energética. Eso está muy bien. Por ahora sólo es un inicio y va a llevar tiempo equilibrar la matriz que desde la reforma liberal ha transitado hacia la energía de fuente fósil, hasta alcanzar, en 2014, al 94.5% del total de la producción. En términos de generación de electricidad debemos anotar que más del 83% de la energía de ingreso a centrales de generación proviene de fuente fósil.

6.- ¿Somos soberanos en materia energética?

JCG: Bolivia tiene uno de los más altos índices de autarquía energética de la región, alrededor del 87%. Eso quiere decir que el 87% de la oferta total de la matriz proviene de producción nacional. Este indicador se ha deteriorado en 6% desde el año 2000 y eso no es una buena noticia. El deterioro se explica por la creciente importación de productos derivados de petróleo, particularmente diésel. La autarquía en diesel, el principal energético en la matriz de consumo, no supera el 50%, y el origen de este problema se encuentra en la producción del petróleo.

Fuente: Agencia de Noticias Fides "ANF"

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