En días recientes, dos noticias sobre el litio han empezado a cautivar el interés del país. En primer lugar, se ha conocido que YPFB Corporación extenderá el gasoducto La Puna o Néstor Kichner - que se inicia en sentido contrario al Gasoducto del Noreste Argentino (GNEA) - hasta Villazón y Uyuni para apoyar la actividad productiva en el Salar de Uyuni. En segundo lugar, el próximo 12 de agosto el presidente Evo Morales estará en China “para avanzar en acuerdos de inversión y comercio” y, particularmente, en la industrialización del litio.
Al respecto, se ha manifestado que el nuevo gasoducto tendrá un diámetro de 8 pulgadas, es decir 2 pulgadas más que el mencionado gasoducto argentino. Según un informe de YPFB, la magnitud del gasoducto Villazón-Uyuni “responde a la demanda calculada de gas natural suficiente para esa región potosina aún con el requerimiento de la explotación del litio en el Salar de Uyuni”.
En segundo lugar, se ha sabido que el próximo 12 de agosto el presidente Evo Morales estará en China “para avanzar en acuerdos de inversión y comercio” y, particularmente, en la industrialización del litio. Sobre este punto, el mandatario boliviano ha indicado en diferentes oportunidades que “hará tratos con el socio que quiera industrializar el cotizado metal en territorio boliviano”.
A continuación, intentaré escudriñar estos dos reportes informativos para develar algunas cuestiones que el pueblo boliviano debe conocer a fin de formar su propia idea en torno a un tema de trascendental importancia para el país.
Veamos de inicio el asunto referido al gasoducto hasta Uyuni que YPFB dice que construirá en breve. Si bien de la noticia aún no es posible deducir el propósito último del proyecto a ser encarado por la subsidiaria de transportes de la estatal petrolera, se debe ponderar la iniciativa porque podría contribuir a sentar las bases de un gran conglomerado industrial en Uyuni con vistas a convertir a Bolivia en el principal centro energético del planeta. En los meses recientes YPFB Transportes ha demostrado una gran capacidad en el cumplimiento de sus metas trazadas, razón la cual me atrevo a pensar que el gasoducto podría ser una realidad más pronto de lo que muchos se imaginan. No obstante, como dice el refrán: “No por madrugar, amanece más temprano”. Es necesario analizar en mayor detalle la cuestión antes de iniciar la construcción de un ducto que muy bien pudiera cambiar el curso de la historia de Bolivia.
Primero, se debe evaluar cuanto antes el verdadero avance del proyecto piloto del litio para tener certeza sobre las posibilidades concretas del proceso de extracción “descubierto” por el citado emprendimiento. Si una comisión independiente y del más alto nivel técnico nombrada por el propio presidente del Estado confirma mis suposiciones de que tal proceso no es otra cosa que un fiasco, entonces se hará imprescindible un golpe de timón para recuperar el tiempo perdido.
Segundo, el fracaso del trabajo de experimentación en el proyecto piloto – reconocido a la brevedad posible de manera hidalga y sincera por los actuales responsables del proyecto – no debiera verse necesariamente como algo completamente negativo para el país, por cuanto todo proceso de investigación científica conlleva, inexorablemente, una probabilidad de éxito y otra de fracaso. Sin embargo, si los circunstanciales ejecutivos del proyecto se empeñan en mantener una actitud intransigente de defensa de lo indefendible por tiempo indefinido y con serios perjuicios para el país, considero que deben ser pasibles a un proceso de responsabilidades de oficio por parte de la Contraloría del Estado.
Tercero, el fracaso del proceso de emulación tecnológica en la extracción de litio y los demás recursos evaporíticos podría significar al mismo tiempo el fracaso de los sistemas “clásicos” de extracción de recursos evaporíticos basados en evaporación solar en Uyuni. Si esto es así, Bolivia debería buscar de manera inmediata métodos alternativos para producir carbonato de litio y cloruro de potasio a escala industrial. Si bien resulta ahora prematuro descartar de plano todos los métodos de producción basados en la evaporación solar antes de someter algunas nuevas iniciativas de esta naturaleza (tales como la tecnología que usa conos dinámicos de evaporación intensiva desarrollados por la Universidad Autónoma Tomás Frías (UATF) de Potosí con la cooperación de la Universidad de Freiberg de Alemania, o procesos de extracción desarrollados en los últimos 20 años por los chinos en la región del Tíbet en yacimientos similares a los existentes en el Salar de Uyuni) a un escrutinio técnico serio y detallado, está claro que en la elección de cualquier método óptimo se deberá empezar a considerar el uso de una parte importante de las reservas bolivianas de gas natural en el proceso de extracción anteriormente señalado. En estas circunstancias, dicho energético podría constituirse en la principal fuente de energía para desarrollar los recursos evaporíticos del Salar de Uyuni, más allá del uso secundario que hasta ahora han previsto los esquemas preliminares de procesamiento integral de dichos recursos en el proyecto piloto.
Finalmente, con base en todos los argumentos anteriores, se deberá determinar si, por ejemplo, las 8 pulgadas de diámetro del gasoducto previstas por YPFB Transportes serán suficientes para enfrentar el desafío de convertir a Bolivia no solamente en el centro de producción de recursos energéticos avanzados sino también en un conglomerado industrial para la fabricación de baterías de litio y diferentes vehículos eléctricos.
Respecto al viaje del presidente Morales a China en los próximos días, también espero que los acuerdos que suscriba con la segunda potencia económica de la tierra sean el resultado de una meditación profunda acerca de lo que realmente le conviene al país de cara a los siguientes 20-30 años y no constituyan solamente parte de una estrategia geopolítica o hegemónica global de aliados circunstanciales del país con intereses económicos claramente contrapuestos a los nacionales.
Al respecto, el presidente Morales debe saber que la condición sine qua non que debe cumplir cualquier socio estratégico para la industrialización del litio en Bolivia no es solamente que “quiera” industrializar el litio en territorio nacional, sino también que “pueda” hacerlo. En este sentido, antes de elegir al pujante país asiático como único socio en el negocio de los recursos evaporíticos, Bolivia deberá realizar una evaluación seria de los pros y los contras de una decisión de esta naturaleza. Un error de cálculo de parte del presidente Morales en el tema del litio y los demás recursos evaporíticos podría tener consecuencias catastróficas para el país.
Tal como he sostenido en un reciente artículo, publicado en SeekingAlpha.Com, uno de los sitios web sobre temas bursátiles más importantes de Estados Unidos, si por industrialización se entiende la fabricación de baterías avanzadas de litio, me temo que el Grupo Citic de la China podría no ser en realidad el mejor aliado estratégico para la industrialización del litio boliviano porque su tecnología de baterías no está completamente desarrollada como para competir con otras compañías provenientes de Japón y Corea del Sur. Paradójicamente, el citado grupo inversor chino estaría mejor equipado para las dos primeras fases de la mal llamada estrategia de industrialización del litio, pero éstas serán completamente manejadas por el gobierno. Me pregunto, entonces, ¿cuál es la idea central del acuerdo con la China?
Los chinos están financiando el satélite y tienen muchos recursos y, como se sabe, este año el gobierno va a tener por primera vez un déficit fiscal. Bolivia requiere de recursos frescos y la China puede ser una buena proveedora de esos recursos. Solamente espero que esta necesidad no conduzca al gobierno a cometer equivocaciones en relación con el aprovechamiento, desarrollo e industrialización de los recursos evaporíticos de Bolivia.
El análisis precedente me lleva a emitir algunos juicios de valor respecto a la selección de los aliados estratégicos más adecuados a los intereses nacionales para esta temática. De comienzo, deseo manifestar que no tengo preferencia por ninguna empresa o país en particular y que más bien creo que habría que avanzar hacia la creación de un “cluster”, es decir un gran conglomerado industrial, en Uyuni, donde varias empresas compitan entre sí en los diferentes eslabones de la cadena del litio, bajo la conducción de la Empresa Boliviana de Recursos Evaporíticos (EBRE) a crearse mediante ley del Estado Plurinacional de Bolivia. Esto quiere decir que podríamos asociarnos a través de empresas mixtas o suscribir contratos de servicios con diferentes empresas para las fases de exploración, extracción y procesamiento de recursos evaporíticos, así como para la fase de industrialización de tales recursos.
En este sentido, los chinos podrían ser aliados estratégicos interesantes en las primeras fases de aprovechamiento y desarrollo del litio y los demás recursos evaporíticos, en virtud de los avances que han realizado principalmente con procesos de extracción (basados en evaporación solar) en yacimientos en salmueras con altos contenidos de magnesio similares a los encontrados en Uyuni.
Sin embargo, los alemanes, mediante el apoyo de la Universidad de Freiberg a la UATF de Potosí, podrían también acoplarse a este esfuerzo, con su sistema de conos dinámicos de evaporación intensiva y, adicionalmente, la EBRE podría recurrir a otras empresas especializadas en métodos avanzados de extracción todavía basados en evaporación solar.
De otro lado, los surcoreanos y los japoneses serían ideales para el desarrollo de métodos de extracción alternativos que vayan más allá de la evaporación solar, más allá de la evaporación como tal y, al final, se dirijan a la producción de cátodos de litio para baterías.
Asimismo, Bolivia debería poner a competir a japoneses y surcoreanos en la fabricación de diversos tipos de baterías de litio, magnesio y sodio con cátodos, ánodos y electrolitos elaborados con materiales abundantes en el país.
Finalmente, la EBRE debería iniciar cuanto antes un trabajo de investigación serio acerca de las posibilidades de fabricar ciertas clases de vehículos eléctricos en Bolivia.
Juan Carlos Zuleta Calderón
* Analista de la economía del litio.
Fuente: BOLPRESS - http://www.bolpress.com/ 26/07/2011
A continuación, intentaré escudriñar estos dos reportes informativos para develar algunas cuestiones que el pueblo boliviano debe conocer a fin de formar su propia idea en torno a un tema de trascendental importancia para el país.
Veamos de inicio el asunto referido al gasoducto hasta Uyuni que YPFB dice que construirá en breve. Si bien de la noticia aún no es posible deducir el propósito último del proyecto a ser encarado por la subsidiaria de transportes de la estatal petrolera, se debe ponderar la iniciativa porque podría contribuir a sentar las bases de un gran conglomerado industrial en Uyuni con vistas a convertir a Bolivia en el principal centro energético del planeta. En los meses recientes YPFB Transportes ha demostrado una gran capacidad en el cumplimiento de sus metas trazadas, razón la cual me atrevo a pensar que el gasoducto podría ser una realidad más pronto de lo que muchos se imaginan. No obstante, como dice el refrán: “No por madrugar, amanece más temprano”. Es necesario analizar en mayor detalle la cuestión antes de iniciar la construcción de un ducto que muy bien pudiera cambiar el curso de la historia de Bolivia.
Primero, se debe evaluar cuanto antes el verdadero avance del proyecto piloto del litio para tener certeza sobre las posibilidades concretas del proceso de extracción “descubierto” por el citado emprendimiento. Si una comisión independiente y del más alto nivel técnico nombrada por el propio presidente del Estado confirma mis suposiciones de que tal proceso no es otra cosa que un fiasco, entonces se hará imprescindible un golpe de timón para recuperar el tiempo perdido.
Segundo, el fracaso del trabajo de experimentación en el proyecto piloto – reconocido a la brevedad posible de manera hidalga y sincera por los actuales responsables del proyecto – no debiera verse necesariamente como algo completamente negativo para el país, por cuanto todo proceso de investigación científica conlleva, inexorablemente, una probabilidad de éxito y otra de fracaso. Sin embargo, si los circunstanciales ejecutivos del proyecto se empeñan en mantener una actitud intransigente de defensa de lo indefendible por tiempo indefinido y con serios perjuicios para el país, considero que deben ser pasibles a un proceso de responsabilidades de oficio por parte de la Contraloría del Estado.
Tercero, el fracaso del proceso de emulación tecnológica en la extracción de litio y los demás recursos evaporíticos podría significar al mismo tiempo el fracaso de los sistemas “clásicos” de extracción de recursos evaporíticos basados en evaporación solar en Uyuni. Si esto es así, Bolivia debería buscar de manera inmediata métodos alternativos para producir carbonato de litio y cloruro de potasio a escala industrial. Si bien resulta ahora prematuro descartar de plano todos los métodos de producción basados en la evaporación solar antes de someter algunas nuevas iniciativas de esta naturaleza (tales como la tecnología que usa conos dinámicos de evaporación intensiva desarrollados por la Universidad Autónoma Tomás Frías (UATF) de Potosí con la cooperación de la Universidad de Freiberg de Alemania, o procesos de extracción desarrollados en los últimos 20 años por los chinos en la región del Tíbet en yacimientos similares a los existentes en el Salar de Uyuni) a un escrutinio técnico serio y detallado, está claro que en la elección de cualquier método óptimo se deberá empezar a considerar el uso de una parte importante de las reservas bolivianas de gas natural en el proceso de extracción anteriormente señalado. En estas circunstancias, dicho energético podría constituirse en la principal fuente de energía para desarrollar los recursos evaporíticos del Salar de Uyuni, más allá del uso secundario que hasta ahora han previsto los esquemas preliminares de procesamiento integral de dichos recursos en el proyecto piloto.
Finalmente, con base en todos los argumentos anteriores, se deberá determinar si, por ejemplo, las 8 pulgadas de diámetro del gasoducto previstas por YPFB Transportes serán suficientes para enfrentar el desafío de convertir a Bolivia no solamente en el centro de producción de recursos energéticos avanzados sino también en un conglomerado industrial para la fabricación de baterías de litio y diferentes vehículos eléctricos.
Respecto al viaje del presidente Morales a China en los próximos días, también espero que los acuerdos que suscriba con la segunda potencia económica de la tierra sean el resultado de una meditación profunda acerca de lo que realmente le conviene al país de cara a los siguientes 20-30 años y no constituyan solamente parte de una estrategia geopolítica o hegemónica global de aliados circunstanciales del país con intereses económicos claramente contrapuestos a los nacionales.
Al respecto, el presidente Morales debe saber que la condición sine qua non que debe cumplir cualquier socio estratégico para la industrialización del litio en Bolivia no es solamente que “quiera” industrializar el litio en territorio nacional, sino también que “pueda” hacerlo. En este sentido, antes de elegir al pujante país asiático como único socio en el negocio de los recursos evaporíticos, Bolivia deberá realizar una evaluación seria de los pros y los contras de una decisión de esta naturaleza. Un error de cálculo de parte del presidente Morales en el tema del litio y los demás recursos evaporíticos podría tener consecuencias catastróficas para el país.
Tal como he sostenido en un reciente artículo, publicado en SeekingAlpha.Com, uno de los sitios web sobre temas bursátiles más importantes de Estados Unidos, si por industrialización se entiende la fabricación de baterías avanzadas de litio, me temo que el Grupo Citic de la China podría no ser en realidad el mejor aliado estratégico para la industrialización del litio boliviano porque su tecnología de baterías no está completamente desarrollada como para competir con otras compañías provenientes de Japón y Corea del Sur. Paradójicamente, el citado grupo inversor chino estaría mejor equipado para las dos primeras fases de la mal llamada estrategia de industrialización del litio, pero éstas serán completamente manejadas por el gobierno. Me pregunto, entonces, ¿cuál es la idea central del acuerdo con la China?
Los chinos están financiando el satélite y tienen muchos recursos y, como se sabe, este año el gobierno va a tener por primera vez un déficit fiscal. Bolivia requiere de recursos frescos y la China puede ser una buena proveedora de esos recursos. Solamente espero que esta necesidad no conduzca al gobierno a cometer equivocaciones en relación con el aprovechamiento, desarrollo e industrialización de los recursos evaporíticos de Bolivia.
El análisis precedente me lleva a emitir algunos juicios de valor respecto a la selección de los aliados estratégicos más adecuados a los intereses nacionales para esta temática. De comienzo, deseo manifestar que no tengo preferencia por ninguna empresa o país en particular y que más bien creo que habría que avanzar hacia la creación de un “cluster”, es decir un gran conglomerado industrial, en Uyuni, donde varias empresas compitan entre sí en los diferentes eslabones de la cadena del litio, bajo la conducción de la Empresa Boliviana de Recursos Evaporíticos (EBRE) a crearse mediante ley del Estado Plurinacional de Bolivia. Esto quiere decir que podríamos asociarnos a través de empresas mixtas o suscribir contratos de servicios con diferentes empresas para las fases de exploración, extracción y procesamiento de recursos evaporíticos, así como para la fase de industrialización de tales recursos.
En este sentido, los chinos podrían ser aliados estratégicos interesantes en las primeras fases de aprovechamiento y desarrollo del litio y los demás recursos evaporíticos, en virtud de los avances que han realizado principalmente con procesos de extracción (basados en evaporación solar) en yacimientos en salmueras con altos contenidos de magnesio similares a los encontrados en Uyuni.
Sin embargo, los alemanes, mediante el apoyo de la Universidad de Freiberg a la UATF de Potosí, podrían también acoplarse a este esfuerzo, con su sistema de conos dinámicos de evaporación intensiva y, adicionalmente, la EBRE podría recurrir a otras empresas especializadas en métodos avanzados de extracción todavía basados en evaporación solar.
De otro lado, los surcoreanos y los japoneses serían ideales para el desarrollo de métodos de extracción alternativos que vayan más allá de la evaporación solar, más allá de la evaporación como tal y, al final, se dirijan a la producción de cátodos de litio para baterías.
Asimismo, Bolivia debería poner a competir a japoneses y surcoreanos en la fabricación de diversos tipos de baterías de litio, magnesio y sodio con cátodos, ánodos y electrolitos elaborados con materiales abundantes en el país.
Finalmente, la EBRE debería iniciar cuanto antes un trabajo de investigación serio acerca de las posibilidades de fabricar ciertas clases de vehículos eléctricos en Bolivia.
Juan Carlos Zuleta Calderón
* Analista de la economía del litio.
Fuente: BOLPRESS - http://www.bolpress.com/ 26/07/2011
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