El Coordinador del Área de Diálogo y Acción Pública de Ciudadanía, Gonzalo Vargas (GV), comparte con El País eN (EPEN) una mirada extensa acerca de los rumbos que está tomando Bolivia en los últimos tiempos. Una mirada valiosa para empezar un año que se avecina, según los analistas, como complejo.
EPEN.- La utilización del ahorro jubilatorio para créditos agropecuarios en el oriente ha generado una discusión en Bolivia, tanto sobre la medida en sí misma (invertir las jubilaciones dentro de Bolivia) como sobre el destino de estos recursos (el sector agroindustrial). ¿Cuál es su análisis sobre este tema?
GV.- Al margen de hacer un balance de lo positivo y negativo de estos años del gobierno de Evo, que tiene de ambos, el aparataje estatal está, a mi manera de ver, muy cercano a la mirada política de que este proceso de cambio tiene que durar bastantes más años para lograr sus objetivos.
O sea que hay una relación muy cercana entre lo que es la decisión del uso de los recursos económicos con la visión política de permanencia en el poder.
Entonces para mí esto es una forma de adecuación a los tiempos difíciles, a los tiempos de no bonanza que tiene el gobierno para primero, mantener tranquilos a los de la oligarquía cruceña, y segundo, ganarlos como aliados.
El gobierno hace uso de estos recursos (de las jubilaciones) para un sector que es boliviano, pero es el sector agroexportador. Es el sector mejor cuidado durante todo el neoliberalismo, un poquito venido a menos durante el primer gobierno de Evo por la pugna por la Constituyente, y después nuevamente incorporado como parte de un pacto político con oriente y como un sector dinámico desde el punto de vista de las exportaciones.
Por tanto, es continuar una política mirada hacia el mercado externo. Y es el agronegocio no solamente exportador, sino que continúa el modelo extractivismo.
Es una hábil movida política del gobierno, y ratifica esa tendencia que ya vimos desde hace años del gobierno de fortalecer la exportación de materias primas y de relacionamiento entre la oligarquía del oriente y el propio gobierno. Es apoyar esa idea de que la economía va a crecer a partir de la explotación de recursos naturales.
GV.- Al margen de hacer un balance de lo positivo y negativo de estos años del gobierno de Evo, que tiene de ambos, el aparataje estatal está, a mi manera de ver, muy cercano a la mirada política de que este proceso de cambio tiene que durar bastantes más años para lograr sus objetivos.
O sea que hay una relación muy cercana entre lo que es la decisión del uso de los recursos económicos con la visión política de permanencia en el poder.
Entonces para mí esto es una forma de adecuación a los tiempos difíciles, a los tiempos de no bonanza que tiene el gobierno para primero, mantener tranquilos a los de la oligarquía cruceña, y segundo, ganarlos como aliados.
El gobierno hace uso de estos recursos (de las jubilaciones) para un sector que es boliviano, pero es el sector agroexportador. Es el sector mejor cuidado durante todo el neoliberalismo, un poquito venido a menos durante el primer gobierno de Evo por la pugna por la Constituyente, y después nuevamente incorporado como parte de un pacto político con oriente y como un sector dinámico desde el punto de vista de las exportaciones.
Por tanto, es continuar una política mirada hacia el mercado externo. Y es el agronegocio no solamente exportador, sino que continúa el modelo extractivismo.
Es una hábil movida política del gobierno, y ratifica esa tendencia que ya vimos desde hace años del gobierno de fortalecer la exportación de materias primas y de relacionamiento entre la oligarquía del oriente y el propio gobierno. Es apoyar esa idea de que la economía va a crecer a partir de la explotación de recursos naturales.
EPEN.- ¿Cómo evalúa en general el modelo económico actual, con sus aciertos y desaciertos?
GV.- La receta de la estabilidad se la ha seguido a pie juntillas, y desde mi punto de vista en términos de país, no está mal. Porque la estabilidad macroeconómica es una garantía para que nosotros no sigamos el derrotero de, por ejemplo, Venezuela.
Ahora, aparte de eso es un modelo que ya se lo ha probado y se ha comprobado que tiene enormes problemas. Y es el modelo de invertir en empresas estatales. Un tiempo da resultado y después cae muy rápidamente en crisis y no sabes qué hacer con la empresa estatal.
Entonces vienen los ciclos de estatización, privatización, estatización, privatización. Yo pienso que en una economía sana, el Estado tiene que cumplir unos roles muy importantes de fiscalización y de crear incentivos con políticas, de llevar la economía por un cierto derrotero, con ciertos actores, como en teoría es la Economía Plural.
Buenas iniciativas y buenos incentivos para la inversión privada da empleo de calidad. Y da empleo de calidad que no está cubierto por el Estado.
Ahorita en el sector estatal tenemos, si no empleo de calidad, empleo seguro, mientras dure. Hay mucha gente empleándose en los diferentes niveles del Estado. Eso no dura mucho tiempo porque el Estado no puede crecer indefinidamente tampoco.
En cambio la inversión privada, si está bien conducida a través de políticas públicas -no un neoliberalismo a lo que dé- genera empleo de calidad y duradero. Y además aporta con generación de valor y de riqueza.
Yo favorecería que algunas empresas estratégicas estén bajo control del Estado, o mixtas. Y pienso que está bien la estabilidad, no basta. Porque en el momento en que los recursos del Estado no alcancen para mantener esa enorme cantidad de gente que está en el aparato estatal habrán problemas. Y estamos viendo la tendencia de acumulación de déficit que está empezando a crecer. Ese es el principio de los grandes problemas.
GV.- La receta de la estabilidad se la ha seguido a pie juntillas, y desde mi punto de vista en términos de país, no está mal. Porque la estabilidad macroeconómica es una garantía para que nosotros no sigamos el derrotero de, por ejemplo, Venezuela.
Ahora, aparte de eso es un modelo que ya se lo ha probado y se ha comprobado que tiene enormes problemas. Y es el modelo de invertir en empresas estatales. Un tiempo da resultado y después cae muy rápidamente en crisis y no sabes qué hacer con la empresa estatal.
Entonces vienen los ciclos de estatización, privatización, estatización, privatización. Yo pienso que en una economía sana, el Estado tiene que cumplir unos roles muy importantes de fiscalización y de crear incentivos con políticas, de llevar la economía por un cierto derrotero, con ciertos actores, como en teoría es la Economía Plural.
Buenas iniciativas y buenos incentivos para la inversión privada da empleo de calidad. Y da empleo de calidad que no está cubierto por el Estado.
Ahorita en el sector estatal tenemos, si no empleo de calidad, empleo seguro, mientras dure. Hay mucha gente empleándose en los diferentes niveles del Estado. Eso no dura mucho tiempo porque el Estado no puede crecer indefinidamente tampoco.
En cambio la inversión privada, si está bien conducida a través de políticas públicas -no un neoliberalismo a lo que dé- genera empleo de calidad y duradero. Y además aporta con generación de valor y de riqueza.
Yo favorecería que algunas empresas estratégicas estén bajo control del Estado, o mixtas. Y pienso que está bien la estabilidad, no basta. Porque en el momento en que los recursos del Estado no alcancen para mantener esa enorme cantidad de gente que está en el aparato estatal habrán problemas. Y estamos viendo la tendencia de acumulación de déficit que está empezando a crecer. Ese es el principio de los grandes problemas.
EPEN.- Por otra parte, hay un reavivamiento de la polémica por los temas ambientales, por ejemplo con la anunciada exploración de hidrocarburos en Tariquía y otras áreas protegidas. ¿Cómo consolidar la necesidad de desarrollo con el cuidado al medio ambiente?
GV.- Veo una figura de un Estado que se vuelve vicioso del extractivismo. Que dice “para mañana o pasado lo vamos a dejar y vamos a hacer otra cosa”, pero que sigue y sigue fortaleciendo aquello.
Yo me permito dudar de que insistir en el extractivismo nos lleve a otro modelo. No creo que haya una acumulación de tal tipo que te permita zanjar con el extractivismo. Hasta las empresas estratégicas estatales son relacionadas con el extractivismo. Es parte de la misma visión. Y es una visión que, a mi manera de ver, ha condenado a Bolivia.
Ese fetichismo del recurso natural… Todo ese cuento de que la naturaleza o Dios nos ha dado grandes recursos naturales, y que somos un país de maravilla porque tenemos aquello. Es una especie de ideología, un fantasma digamos, que nos ha conducido a lo largo de la historia hasta este momento.
¿Y dónde nos lleva? Nos lleva a expandir el extractivismo a otras esferas. El modelo minero te lleva a una forma de explotación de la tierra, como es la coca en el Chapare, que es extractivista plenamente. Te lleva, hasta en las zonas urbanas, a pensar en las rutas de transporte como un extractivismo: “voy a sacarle el jugo a esta ruta”, “es mi fuente, es mi veta”, entonces me peleo por otras vetas, y el servicio del transporte como un asunto de la ciudad, que es mucho más complejo que solo el tema de las rutas, ya no interesa.
Es una forma mental de ver las cosas, que se agranda y se expresa en muchas otras formas y sectores más.
GV.- Veo una figura de un Estado que se vuelve vicioso del extractivismo. Que dice “para mañana o pasado lo vamos a dejar y vamos a hacer otra cosa”, pero que sigue y sigue fortaleciendo aquello.
Yo me permito dudar de que insistir en el extractivismo nos lleve a otro modelo. No creo que haya una acumulación de tal tipo que te permita zanjar con el extractivismo. Hasta las empresas estratégicas estatales son relacionadas con el extractivismo. Es parte de la misma visión. Y es una visión que, a mi manera de ver, ha condenado a Bolivia.
Ese fetichismo del recurso natural… Todo ese cuento de que la naturaleza o Dios nos ha dado grandes recursos naturales, y que somos un país de maravilla porque tenemos aquello. Es una especie de ideología, un fantasma digamos, que nos ha conducido a lo largo de la historia hasta este momento.
¿Y dónde nos lleva? Nos lleva a expandir el extractivismo a otras esferas. El modelo minero te lleva a una forma de explotación de la tierra, como es la coca en el Chapare, que es extractivista plenamente. Te lleva, hasta en las zonas urbanas, a pensar en las rutas de transporte como un extractivismo: “voy a sacarle el jugo a esta ruta”, “es mi fuente, es mi veta”, entonces me peleo por otras vetas, y el servicio del transporte como un asunto de la ciudad, que es mucho más complejo que solo el tema de las rutas, ya no interesa.
Es una forma mental de ver las cosas, que se agranda y se expresa en muchas otras formas y sectores más.
EPEN.- ¿Qué políticas se podrían implementar para alejarse del extractivismo?
GV.- Por mucho que queramos, se nos pasó la revolución industrial. Lo industrial habría que verlo de qué forma. Pero si tú corres detrás del tren, no. Yo creo que habría que dar un salto hacia cosas como servicios y otras relacionadas a la economía de conocimiento.
El gobierno ha dado algunos pasos hacia eso, pero son totalmente contradictorios por no incentivar a que la gente y los estudiantes vayan realmente por ese lado. No se fortalece desde nuestras universidades por ejemplo.
Las universidades públicas están en una crisis absoluta, y las universidades privadas tampoco son ninguna maravilla, y además son privadas. Lo que nos interesaría es una universidad pública remozada que esté apuntando a aquello con todas sus fuerzas. Así de repente lo podemos lograr de alguna manera.
Entonces yo pienso que una alternativa al extractivismo es servicios de calidad. Podríamos tener educación de calidad, salud de calidad. También la ruta interoceánica generaría una cantidad de servicios a su alrededor. Y la economía del conocimiento.
GV.- Por mucho que queramos, se nos pasó la revolución industrial. Lo industrial habría que verlo de qué forma. Pero si tú corres detrás del tren, no. Yo creo que habría que dar un salto hacia cosas como servicios y otras relacionadas a la economía de conocimiento.
El gobierno ha dado algunos pasos hacia eso, pero son totalmente contradictorios por no incentivar a que la gente y los estudiantes vayan realmente por ese lado. No se fortalece desde nuestras universidades por ejemplo.
Las universidades públicas están en una crisis absoluta, y las universidades privadas tampoco son ninguna maravilla, y además son privadas. Lo que nos interesaría es una universidad pública remozada que esté apuntando a aquello con todas sus fuerzas. Así de repente lo podemos lograr de alguna manera.
Entonces yo pienso que una alternativa al extractivismo es servicios de calidad. Podríamos tener educación de calidad, salud de calidad. También la ruta interoceánica generaría una cantidad de servicios a su alrededor. Y la economía del conocimiento.
EPEN.- ¿Qué rol podría jugar la empresa privada boliviana para el fortalecimiento de la economía?
GV.- La única manera de salir de esto es apostando por el sector nacional empresarial, pero no ese sector privado tan acostumbrado a vivir del Estado, solamente con compras estatales y apoyos del Estado a una empresa que no ha tenido el coraje ni el vigor de levantarse con sus propios medios.
Yo pienso que en la medida en que se puedan hacer pactos más importantes público-privados, para que el gobierno oriente una cierta política que apoye la iniciativa privada boliviana para generar valor agregado, podríamos recuperar algo de lo que se ha perdido en el último tiempo.
Según el gobierno estamos bien, dice que veamos Fundempresa done hay un crecimiento fabuloso. Pero tú ves Fundempresa y el 80% son empresas unipersonales.
GV.- La única manera de salir de esto es apostando por el sector nacional empresarial, pero no ese sector privado tan acostumbrado a vivir del Estado, solamente con compras estatales y apoyos del Estado a una empresa que no ha tenido el coraje ni el vigor de levantarse con sus propios medios.
Yo pienso que en la medida en que se puedan hacer pactos más importantes público-privados, para que el gobierno oriente una cierta política que apoye la iniciativa privada boliviana para generar valor agregado, podríamos recuperar algo de lo que se ha perdido en el último tiempo.
Según el gobierno estamos bien, dice que veamos Fundempresa done hay un crecimiento fabuloso. Pero tú ves Fundempresa y el 80% son empresas unipersonales.
EPEN.- ¿Y la inversión
extranjera?
GV.- La inversión extranjera más importante en Bolivia es la China, y con importancia creciente, y no solamente en Bolivia sino en varios otros países de América. Y toda inversión extranjera de ese tipo siempre ha venido amarrada a sus empresas.
Entonces es prestarse para pagar a la empresa, para tener infraestructura, y después devolver también el crédito después que ya se pagó a la empresa. Es una manera de revertir este déficit de infraestructura o de algún otro tipo de inversión estatal, pero que después se paga con creces.
Antes era igual con otro tipo de inversiones. Yo no sé en qué medida vamos a poder leer “China condonó a Bolivia no sé cuántos millones de deuda”. Sabemos que el capitalismo chino es mucho más rudo. La inversión extranjera, particularmente de este tipo de socios, es muy problemática.
Entonces yo lo que veo es que hay déficit en la decisión para fortalecer al actor privado empresarial boliviano, para que asuma roles más protagónicos, desafíos más grandes.
extranjera?
GV.- La inversión extranjera más importante en Bolivia es la China, y con importancia creciente, y no solamente en Bolivia sino en varios otros países de América. Y toda inversión extranjera de ese tipo siempre ha venido amarrada a sus empresas.
Entonces es prestarse para pagar a la empresa, para tener infraestructura, y después devolver también el crédito después que ya se pagó a la empresa. Es una manera de revertir este déficit de infraestructura o de algún otro tipo de inversión estatal, pero que después se paga con creces.
Antes era igual con otro tipo de inversiones. Yo no sé en qué medida vamos a poder leer “China condonó a Bolivia no sé cuántos millones de deuda”. Sabemos que el capitalismo chino es mucho más rudo. La inversión extranjera, particularmente de este tipo de socios, es muy problemática.
Entonces yo lo que veo es que hay déficit en la decisión para fortalecer al actor privado empresarial boliviano, para que asuma roles más protagónicos, desafíos más grandes.
EPEN.- Recientemente se ha publicado en varios medios el criterio de que Bolivia es un “infierno impositivo”. ¿Cómo observa usted el tema de los impuestos?
GV.- Es un asunto muy delicado. Primero, no es un sistema justo, porque carga el peso del aporte en un sector de la sociedad, un peso demasiado fuerte, y no universaliza el impuesto. Así sea con impuestos diferenciados, yo creo que todos, todos deberían pagar impuestos. El impuesto universal es algo que nivela los derechos y las obligaciones.
Pero me parece que no solamente son los impuestos, sino que hay una cantidad de prácticas de exacción que tiene el Estado. El Estado es fuerte para sacarle dinero al ciudadano, pero no es fuerte para darle servicios, no es fuerte para darle su lugar al ciudadano.
El Estado tiene que ser fuerte para sacarle, y también para darle su lugar como ciudadano, y darle servicios eficientes y de calidad. Pero ahí el Estado desaparece. Desaparece en salud, en educación con una gran interrogante también, en todo.
Y por ejemplo te dicen, “usted tiene que hacer este trámite necesariamente”, y ¿qué tienes que hacer para el trámite? Certificar una cantidad de certificados que ya te ha dado previamente el propio Estado, y que los tienes que volver a pagar para poder hacer tu trámite. Eso es exacción.
Todo está dirigido hacia exprimir al ciudadano, pero sin preocuparse seriamente por darle los servicios adecuados y correspondientes. Y no creo que sea un asunto de este gobierno solamente. Es una forma de larga data de trato entre el Estado y el ciudadano en Bolivia, pero creo que aquí se ha descuidado incluso un poco más. Quizá en la manera en cómo te meten la mano al bolsillo.
Entonces si sumas, cada ciudadano que está en la formalidad paga más o menos un tercio de sus ingresos o hasta más, por servicios que no recoge.
Todo esto refleja un Estado más bien débil. Porque cualquier Estado es fuerte para arrancarte plata, ¿qué cosa vas a hacer? Tienes que pagar, si no, vas a la cárcel o pagas multas.
Pero para servir es donde se ve la fortaleza del Estado. Y ahí no se corresponde en nada. Por ese lado yo diría más bien que nuestro Estado es un Estado débil. No percibe aquello que es de bien común, aquello que toda la gente, más allá de hacer ideología, es hacer servicio al ciudadano.
GV.- Es un asunto muy delicado. Primero, no es un sistema justo, porque carga el peso del aporte en un sector de la sociedad, un peso demasiado fuerte, y no universaliza el impuesto. Así sea con impuestos diferenciados, yo creo que todos, todos deberían pagar impuestos. El impuesto universal es algo que nivela los derechos y las obligaciones.
Pero me parece que no solamente son los impuestos, sino que hay una cantidad de prácticas de exacción que tiene el Estado. El Estado es fuerte para sacarle dinero al ciudadano, pero no es fuerte para darle servicios, no es fuerte para darle su lugar al ciudadano.
El Estado tiene que ser fuerte para sacarle, y también para darle su lugar como ciudadano, y darle servicios eficientes y de calidad. Pero ahí el Estado desaparece. Desaparece en salud, en educación con una gran interrogante también, en todo.
Y por ejemplo te dicen, “usted tiene que hacer este trámite necesariamente”, y ¿qué tienes que hacer para el trámite? Certificar una cantidad de certificados que ya te ha dado previamente el propio Estado, y que los tienes que volver a pagar para poder hacer tu trámite. Eso es exacción.
Todo está dirigido hacia exprimir al ciudadano, pero sin preocuparse seriamente por darle los servicios adecuados y correspondientes. Y no creo que sea un asunto de este gobierno solamente. Es una forma de larga data de trato entre el Estado y el ciudadano en Bolivia, pero creo que aquí se ha descuidado incluso un poco más. Quizá en la manera en cómo te meten la mano al bolsillo.
Entonces si sumas, cada ciudadano que está en la formalidad paga más o menos un tercio de sus ingresos o hasta más, por servicios que no recoge.
Todo esto refleja un Estado más bien débil. Porque cualquier Estado es fuerte para arrancarte plata, ¿qué cosa vas a hacer? Tienes que pagar, si no, vas a la cárcel o pagas multas.
Pero para servir es donde se ve la fortaleza del Estado. Y ahí no se corresponde en nada. Por ese lado yo diría más bien que nuestro Estado es un Estado débil. No percibe aquello que es de bien común, aquello que toda la gente, más allá de hacer ideología, es hacer servicio al ciudadano.
EPEN.- Desde las investigaciones de Ciudadanía han estado observando cómo se mueve la sociedad como agente de cambio. ¿Cómo ha cambiado la sociedad, hacia dónde vamos?
GV.- Algunos de los datos muestran que la gente tiene una percepción muy clara de los problemas. Pero cuando pasas a ver la disposición que tiene la gente para cambiar, ya empieza a haber una disminución. Pero de todas maneras hay.
A mí me parece fabuloso, porque muestra que hay una fuerza en la sociedad boliviana, dispuesta a cambiar. Ahora, ¿de qué manera tú conduces esa fuerza? Hay diferentes niveles. Nosotros como organización trabajamos en un nivel muy específico de barrio, de movida ciudadana, de cosas así.
Creemos que es un cambio que aunque es un poco más lento de hacer, es mucho más seguro. Porque cotidianamente te muestra cosas que cambian. Apostamos por eso.
Esta institución tiene apenas 13 años. Pero a través de nuestra práctica vemos que trabajando con la gente, con el ciudadano, se logran comportamientos diferentes de respuesta del Estado, y también en la comunidad de los mismos ciudadanos.
Entonces es una apuesta que vale la pena, y parece, por los datos sobre distintos temas, que la gente está dispuesta o tiene cierto entusiasmo por lo menos expresado como opinión, de comprometerse a cambios. Ahora, del dicho al hecho hay cierto trecho. Pero habría que verlo porque la disposición está expresada con claridad.
GV.- Algunos de los datos muestran que la gente tiene una percepción muy clara de los problemas. Pero cuando pasas a ver la disposición que tiene la gente para cambiar, ya empieza a haber una disminución. Pero de todas maneras hay.
A mí me parece fabuloso, porque muestra que hay una fuerza en la sociedad boliviana, dispuesta a cambiar. Ahora, ¿de qué manera tú conduces esa fuerza? Hay diferentes niveles. Nosotros como organización trabajamos en un nivel muy específico de barrio, de movida ciudadana, de cosas así.
Creemos que es un cambio que aunque es un poco más lento de hacer, es mucho más seguro. Porque cotidianamente te muestra cosas que cambian. Apostamos por eso.
Esta institución tiene apenas 13 años. Pero a través de nuestra práctica vemos que trabajando con la gente, con el ciudadano, se logran comportamientos diferentes de respuesta del Estado, y también en la comunidad de los mismos ciudadanos.
Entonces es una apuesta que vale la pena, y parece, por los datos sobre distintos temas, que la gente está dispuesta o tiene cierto entusiasmo por lo menos expresado como opinión, de comprometerse a cambios. Ahora, del dicho al hecho hay cierto trecho. Pero habría que verlo porque la disposición está expresada con claridad.
EPEN.- ¿Cuáles son los cambios más concretos que han observado en estos años?
GV.- En un balance de estos años del gobierno de Evo, yo creo que el impulso final a aquella transformación socio-estatal de inclusión ha sido algo muy muy importante para nuestra vida actual y futura. Claro, por razones políticas se las toma como propias. Pero es la culminación de un proceso que ha salido absolutamente exitoso y productivo para la sociedad en su conjunto.
Ahora, empezar a tratar al ciudadano como igual a pesar de todas las tensiones étnicas y raciales, es todavía un camino que hay que recorrer. Se ha incluido, como debería hacerse, pero no hay el empate digamos para decir “todos somos iguales y jalamos el asunto”. Muy fácilmente todavía se recae en la tensión étnica, cultural o racial.
La última es la intervención de Derechos Humanos en La Paz. Los que han intervenido esa sede han dicho, en plena sede de los Derechos Humanos: “esto no puede estar dirigido por k’aras”.
Eso te muestra el uso político de esa tensión. Porque yo no lo veo como real. Sino es un juicio político que se hace de esto. Entonces ahí tenemos todavía un trecho para caminar, el camino en adelante es seguir trabajando en eso, por una sociedad de iguales. Esa sociedad de iguales es lo que nos debe llevar a todos a poner más trabajo en esto.
GV.- En un balance de estos años del gobierno de Evo, yo creo que el impulso final a aquella transformación socio-estatal de inclusión ha sido algo muy muy importante para nuestra vida actual y futura. Claro, por razones políticas se las toma como propias. Pero es la culminación de un proceso que ha salido absolutamente exitoso y productivo para la sociedad en su conjunto.
Ahora, empezar a tratar al ciudadano como igual a pesar de todas las tensiones étnicas y raciales, es todavía un camino que hay que recorrer. Se ha incluido, como debería hacerse, pero no hay el empate digamos para decir “todos somos iguales y jalamos el asunto”. Muy fácilmente todavía se recae en la tensión étnica, cultural o racial.
La última es la intervención de Derechos Humanos en La Paz. Los que han intervenido esa sede han dicho, en plena sede de los Derechos Humanos: “esto no puede estar dirigido por k’aras”.
Eso te muestra el uso político de esa tensión. Porque yo no lo veo como real. Sino es un juicio político que se hace de esto. Entonces ahí tenemos todavía un trecho para caminar, el camino en adelante es seguir trabajando en eso, por una sociedad de iguales. Esa sociedad de iguales es lo que nos debe llevar a todos a poner más trabajo en esto.
Nombre
Gonzalo
Vargas Villazón
Profesión
Licenciado en Economía
Actividad
Coordinador del Área de Diálogo y Acción Pública de Ciudadanía
Gonzalo
Vargas Villazón
Profesión
Licenciado en Economía
Actividad
Coordinador del Área de Diálogo y Acción Pública de Ciudadanía
Gonzalo Vargas Villazón
Coordinador del Área de Diálogo y Acción Pública de Ciudadanía. Licenciado en Economía (Universidad Mayor de San Simón, UMSS, Cochabamba). Magíster en Ciencias Agrícolas, mención en Economía y Sociología del Desarrollo (Universidad Georg August de Göttingen, Alemania). Doctor (c) en Antropología Económica (Universidad Libre de Berlín, Alemania).
Ciudadanía es una organización no gubernamental dedicada a la producción de conocimientos socialmente relevantes y a la acción pública que busca mejorar la calidad de vida de los sectores que sufren algún tipo de exclusión.
Coordinador del Área de Diálogo y Acción Pública de Ciudadanía. Licenciado en Economía (Universidad Mayor de San Simón, UMSS, Cochabamba). Magíster en Ciencias Agrícolas, mención en Economía y Sociología del Desarrollo (Universidad Georg August de Göttingen, Alemania). Doctor (c) en Antropología Económica (Universidad Libre de Berlín, Alemania).
Ciudadanía es una organización no gubernamental dedicada a la producción de conocimientos socialmente relevantes y a la acción pública que busca mejorar la calidad de vida de los sectores que sufren algún tipo de exclusión.
Fuente: periódico "El País"
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