América Latina dispone de más de un tercio de los recursos de agua dulce del planeta y está poblada por solamente 600 millones de habitantes (menos del 10% de la población mundial), pero esta agua no está necesariamente cercana a los centros urbanos (4 de cada 5 latinoamericanos viven en las ciudades), sino alejada y muchas veces en otras cuencas.
Esta es una característica tanto de muchas ciudades de Bolivia, como de otros países de la región. Por ejemplo en Cochabamba, los 6 municipios metropolitanos representan el 90% de la población del departamento. A su vez, la capital, Cercado, aglutina al 60% de la población metropolitana, la que consume alrededor del 70% del agua de la región metropolitana.
Sin embargo, esta capital tiene pocas fuentes de agua, que aportan con solo un 6% del total del caudal utilizado para la prestación del servicio de agua potable. Las principales fuentes de agua (94% del total del caudal) que abastecen a la región metropolitana (y a la ciudad misma) están en otros municipios, particularmente en las alturas y otras zonas rurales de éstos.
En Perú se observa algo similar: el 85% de la demanda urbana se encuentra en la costa, la que apenas posee un 2% del total de agua del país. En México, el 80% de la demanda urbana de agua está en las zonas donde solo existe un 20% de los recursos hídricos del país.
José Carrera, vicepresidente de Desarrollo Social de CAF– Banco de Desarrollo de América Latina –, afirma que por esta razón hasta el año 2030 se necesitarán inversiones superiores a los 250 mil millones de dólares para lograr la cobertura universal y sentar las bases para la seguridad hídrica de las ciudades de la región.
Por otro lado, pese a que el grueso de la población latinoamericana se concentra en las ciudades, el rezago en agua y saneamiento de las zonas rurales es motivo de preocupación. “Acortar las brechas persistentes entre las zonas urbanas y rurales en materia de agua y saneamiento sigue siendo una de las grandes tareas pendientes en la región”, indica Carrera.
En el ámbito rural de América Latina, actualmente 21 millones de personas aún carecen de acceso a fuentes de agua potable y 46 millones aún no disponen de instalaciones de saneamiento mejorado.
En este sentido, según el ejecutivo de CAF las poblaciones rurales sin acceso a servicios adecuados de agua y saneamiento “son las más vulnerables, debido a su nivel de pobreza, su grado de dispersión y las precarias vías de acceso a las viviendas. De este sector de la población, es especialmente crítica la situación de las comunidades indígenas y afrodescendientes, que se ven afectadas de manera desproporcionada por la falta de acceso a estos servicios”.
Y a pesar de los avances conseguidos en los últimos años, los índices de morbilidad por enfermedades relacionadas a la mala calidad del agua siguen siendo altos en algunos países, “por lo que se debe asumir este reto con un sentido de justicia social y responsabilidad con estos miembros más marginados de la sociedad”.
Vital importancia de la protección de las fuentes de agua:
Debido a que el abastecimiento de agua de las ciudades depende de cuencas que abarcan territorios más amplios, que muchas veces incluyen a las zonas rurales, “debe existir un mayor acuerdo con respecto a los límites de extracción del agua y el cuidado de las partes altas de las cuencas”, afirma Carrera.
En estas zonas, los habitantes rurales pueden apoyar a garantizar las buenas condiciones del agua mediante acciones de protección, reforestación y cuidado “que debe ser recompensado de alguna manera por quienes más se benefician de ellos”.
Esto en sí representa “una interesante oportunidad de generar recursos para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de las zonas rurales”, que al mismo tiempo permitan asegurar los beneficios del buen manejo del ciclo hidrológico y proteger la biodiversidad.
De hecho, según un informe de la organización The Nature Conservancy (TNC), en el 80% de 4000 ciudades estudiadas se podría reducir significativamente la contaminación por los sedimentos y nutrientes si se ponen en práctica medidas de protección forestal, reforestación y el aprovechamiento de cultivos de cobertura vegetal para la agricultura. En la mitad de las ciudades analizadas, proteger efectivamente las fuentes de agua tendría un coste aproximado de 2 dólares o menos al año por persona.
El informe de TNC también resalta que una de cada 6 ciudades —aproximadamente 690 ciudades con más de 433 millones de habitantes— tendría la posibilidad de compensar en su totalidad las inversiones en conservación tan solo con lo que se ahorraría en el tratamiento aguas.
Con un incremento de entre 42 y 48 mil millones de dólares por año adicionales a lo que ya se invierte en programas como los de pago por servicios ambientales en las cuencas (a nivel global), se reducirían un 10% adicional los sedimentos y 90% los nutrientes contaminantes.
“Este nivel de financiamiento permitiría mejorar la seguridad hídrica de al menos 1,4 mil millones de personas, si se enfocan en las cuencas más costo-eficientes”, agrega.
Para esto, TNC plantea como mecanismo de conservación a los fondos de agua, que permiten a los usuarios de la parte baja de la cuenca (o sea las ciudades) financiar la conservación y restauración de las tierras situadas en la parte alta (zonas rurales donde están las fuentes). Estos fondos pueden originarse a partir de donaciones públicas y privadas y/o a través de las cuotas pagadas por los usuarios.
Fuente: periódico "El País-Tarija"
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