Las exportaciones no tradicionales de acuerdo con el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE) con datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), a agosto de 2016 fueron de $us 1.230 millones, de los cuales el 66,8% ($us 822,70 millones) se concentra en cinco productos.
La torta de soya con $us 387,81 millones es el principal producto no tradicional que se exporta a 18 mercados, le sigue el aceite de soya en bruto con $us 174, 36 millones que llega a 15 mercados.
Más atrás está la venta de nueces que hasta agosto de la presente gestión facturó $us 117,41 millones, producto que llega a 48 mercados; mientras que la joyería generó $us 90,27 millones por vender en 16 mercados y, por último, la exportación de quinua a 48 mercados permitió recaudar $us 52, 83 millones.
Para Ricardo Martínez, experto en comercio internacional, la concentración de las exportaciones no tradicionales en solo cinco artículos demuestra que la variedad en los productos con valor agregado para ofrecer al mundo es limitada.
Martínez remarcó que el Estado y los exportadores deben trabajar para mantener y fortalecer a los productos exportables ya consolidados y que es necesario articular distintos programas para diversificar las exportaciones y ampliar la cantidad de mercados para la oferta boliviana.
Víctor Hugo Villarroel, gerente de la Cámara de Exportadores de Cochabamba (Cadexco), sostuvo que para mejorar la oferta exportable, la cámara está trabajando para acceder a mercados nichos, plazas comerciales que buscan algún producto especial.
“No se trata tanto de un tema de geografía, sino más bien de mercados que tienen ciertas características puntuales que los exportadores bolivianos podemos cumplir”, indicó Villarroel a tiempo de remarcar que este tipo de negociaciones lleva tiempo.
La llegada a los mercados
En los datos brindados por el IBCE, hay productos como el caso de las nueces, que se extraen de la Amazonia boliviana, que llegan a 48 mercados, algunos de ellos como la India, Túnez, Serbia y Nueva Zelanda, son considerados no tradicionales, pero tienen una alta demanda del alimento.
Lo mismo sucede con la quinua, que es exportada a 48 países, entre los que Singapur, Catar, Tailandia y Polonia son algunas de las plazas que se las puede denominar exóticas.
La venta de chía a 42 mercados, entre el los a Lituania, Malasia y Eslovenia, es considerada por el especialista en comercio internacional, Jorge Ramos, un paso importante de los exportadores que buscan otros destinos que sean diferentes a los conocidos.
Ramos señaló que en dichos mercados los requisitos son menos estrictos, hay menos barreras paraarancelarias y los más importante, son países a los que los grandes exportadores no dan importancia, por lo que en ese sentido hay una buena oportunidad de negocios que el país debe aprovechar.
“Para un exportador lo importante es siempre contar con varios contadores, no importan donde queden, sino que paguen y en el mejor de los casos que pague muy bien”, sostuvo Ramos.
Un trabajo de incentivo
Sobre la concentración de las exportaciones no tradicionales en cinco productos, Guillermo Pou Munt, presidente de la Cámara de Exportadores de Bolivia (Caneb), sostuvo que no es una novedad que la soya y sus derivados sean los principales productos que se exportan luego del gas y que esa situación demuestra que los productos con valor agregado que ofrece el país son muy pocos.
Para Pou Munt la situación actual se debe a que no hay un programa gubernamental que incentive a los industriales del país a invertir y apostar por nuevos productos.
Pou Munt hizo notar que la cantidad de empresas dedicadas al comercio internacional en 2006 eran 1.700, cantidad que sigue siendo igual en 2016, lo que demuestra que exportar en Bolivia es muy complicado.
“La logística de transporte es un 32% más cara que la de nuestros competidores y como con los principales mercados no tenemos acuerdos de libre importación nuestros productos deben pagar impuesto, por lo que dejamos de ser una opción interesante para los potenciales compradores”, explicó Pou Munt, que subrayó que los tiempos para obtener los permisos de exportación y la burocracia son los otros factores que atentan contra el potencial exportador del país.
Fuente: periódico "El Deber"
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