miércoles, 26 de octubre de 2016

HIDROELÉCTRICA: La hidroeléctrica El Bala avanza sin información

"Al inundar El Bala y El Chepete será como dejar bajo agua a las ciudades de La Paz y El Alto”; "para llevar la electricidad hasta el Brasil tendrán que construir una carretera extensa, como la de La Paz a Caranavi, lo que implica que desmontarán grandes extensiones de bosque, de nuestro territorio, de nuestro hogar”.
Ésa es parte de la escasa   información que manejan los indígenas tacanas, mosetenes, tsimanes y uchupiamonas  que habitan en los alrededores de El Bala y  El Chepete, parte de la zona amazónica  del norte de La Paz, donde el Gobierno anunció la construcción de  represas para la instalación de   una hidroeléctrica que  producirá energía eléctrica para  exportar.

Venciendo los problemas económicos que tienen para movilizarse, sus representantes llegaron el fin de semana a Rurrenabaque,  Beni, para participar en un evento llevado a cabo en el corregimiento de la ciudad, donde expertos explicaron los alcances del proyecto hidroeléctrico El Bala-El Chepete.  "Fue complicado llegar a Rurrenabaque porque no contamos con recursos  para movilizarnos, pero nuestra convicción es firme:  defenderemos  nuestros  territorios y nuestros derechos. No vamos a permitir la hidroeléctrica”, afirma Wilmar Hanco, presidente de la comunidad indígena tacana Villa Alcira, que cuenta con  126 habitantes.
   
Hanco asegura que son  17 comunidades las que serán afectadas si la hidroeléctrica se concreta: San Antonio del Sani, Asunción Quiquibey, La Embocada, Torewa, San Miguel de El Bala, Villa Alcira (de donde él viene), Real Beni, Carmen Florida, San Luis Chico y San Luis Grande y otras comunidades interculturales.

El primer  efecto negativo que sufrirán los  indígenas es que perderán su transitabilidad por el río Beni, en cuyos márgenes están El Bala y El Chepete. "Necesitamos que este río tenga las condiciones que ahora tiene: su peso, su fluidez, para movilizarnos. Se trata de nuestra carretera, de nuestra vía de accesos”, reclama Valentín Luna, presidente de la mancomunidad del río Beni y Quiquibey. 

Luna añade otro efecto negativo para los indígenas:  la anulación de los emprendimientos turísticos y de conservación que tienen en El Madidi y Pilón Laja, las dos áreas protegidas albergadas en  El Bala y El Chepete. "Pensábamos  que esto (las áreas protegidas) podrían durar muchos años para que nuestro hijos se involucraran, pero no pasará eso”, expresa.
Pero lo que más preocupa a los indígenas es que piensan que serán "desalojados” y que tendrán que migrar a otro territorio. "No sabemos a dónde nos van a llevar. Estamos acostumbrados a vivir sobre el río, a comer pescado, frutas silvestres. Tal vez tendremos que migrar, unos más lejos que otros”, dice Luna.

Comisión a El Chepete

Pero la presencia de los dirigentes indígenas en Rurrenabaque perseguía un objetivo mayor: llevar una comisión con algunos periodistas a El Chepete para evidenciar que en el lugar,  la empresa italiana Geodata, encargada del diseño del estudio técnico y preinversión del proyecto hidroeléctrico, ya inició trabajos, pese a que no se  hizo la consulta correspondiente  a los pueblos indígenas, como establece la Constitución Política del Estado y  el Convenio 169 de la OIT.  

"Ya están haciendo los trabajos sin la consulta previa, por eso no permitiremos la hidroeléctrica”, advierte  Alex Villca,  vocero de la Coordinadora de Defensa de la Amazonia, formada hace algo más de un mes para rechazar la hidroeléctrica, cuya construcción -según información del Gobierno-  comenzará después del estudio de impacto ambiental que, se tiene previsto, será concluido en 2017. La obra  contará con una inversión "superior a los 6.000 millones de dólares”.

La intención de llegar a El Chepete no se pudo concretar debido al tiempo que lleva llegar hasta el lugar navegando por el río Beni: más de cinco horas. El recorrido sólo llegó hasta El Bala, una hora en lancha desde Rurrenabaque.

Camino a El Bala

Tras unos minutos de haber partido del muelle de Rurrenabaque, uno de los ocupantes de la lancha que se dirige hacia El Bala dice en voz alta: "¡Ése es El Bala!”. El Angosto se muestra imponente aún en la distancia. La vegetación verde que lo rodea incrementa su atracción. Una brisa suave acompaña la tranquilidad de las aguas del río Beni. 

"Este río está así calmado ahora, en tiempo de lluvia es traicionero y crece tapando comunidades, ¿imagínese qué pasará cuando construyan las represas e inunden todo”, comenta uno de los indígenas que vigila la embarcación en la que viajamos.

A lo largo de los márgenes del río se encuentran comunidades como Villa Alcira, San Miguel de El Bala, Real Beni y otras. De rato en rato se ve a algunos de sus habitantes navegando en embarcaciones que los trasladan de una comunidad a otra.

"En Villa Alcira se dedican a la agricultura: cultivan caña, yuca y plátano”, comenta uno de los ocupantes. Y seguimos navegando. 

Cerca de  la comunidad de Real Beni se advierten unas piedras enormes que destacan en la orilla. Se trata de rocas con grabados dejados por culturas antiguas que poblaron la región.

De pronto ya estamos atravesando El Bala. La tranquilidad del viaje y el hermoso paisaje hicieron que el tiempo de viaje no fuera sentido. Sólo hay espacio para la admiración de la magnífica naturaleza. Unos minutos después estamos en la entrada del Parque Nacional Madidi, de más de dos millones de hectáreas, área protegida  de El Bala. En el puesto de control está Jorge Sevillano, uno de los guardabosques del parque. Al ver a la comisión se acerca a una maqueta que está al ingreso del parque  y comienza a explicar las "consecuencias” que traería la construcción de las represas.

"Cuando estén las represas cómo subirán los chipi-chipi (peces) que viajan por el río. Cuando se haga la inundación la vegetación comenzará a podrirse y generaremos más gas metano que incrementarán la temperatura en este lugar”, dice. Cuenta que hasta el parque llegaron "algunos consultores”. "Nos explicaron que hay un decreto de obligación nacional para construir una hidroeléctrica que nos dará dinero”, dice.

Otro de los guardabosques, Aurelio Blanco, vio a los trabajadores de Geodata en El Chepete. "Están llevando maquinaria por el río”, asegura. 

Es hora de iniciar el regreso a Rurrenabaque por la misma ruta paradisiaca. En el pueblo la gente ya se anotició del proyecto hidroeléctrico. "Vamos a ser más vulnerables a las inundaciones. Si sin represas casi desaparecemos en 2014, qué será ahora”, se pregunta uno de los pobladores. Un mototaxista que viene llevando y trayendo pasajeros todo el día, por tres bolivianos en el radio central de la ciudad, asegura: "Ni el que no sabe leer ni escribir está de acuerdo con esa hidroeléctrica”.
 
Testimonios

"Mi pueblo, Torewa, está entre las serranías de El Bala y El Chepete.  Somos 60 familias y dentro de lo que conocemos,   con la construcción de la  termoeléctrica para nosotros se acabará el turismo, nuestra fuente de ingresos, y el transporte que realizamos por el río Beni. Peor si nos van a inundar, vamos a desaparecer. 

Si hay un proyecto de ese nivel comprendemos lo que nos pasará. Lo que piensan inundar es nuestro espacio vital: donde comemos, vivimos, porque nosotros vivimos ahí,  somos  los  primeros en la producción de plátano.

 Algo en lo que tampoco piensan es que en El Chepete y El Bala están nuestros sitios sagrados, que mantenemos desde nuestros antepasados. Pero estamos dispuestos a enfrentar todo. No tenemos miedo porque hay que afrontar las cosas con decisión y valentía.
 
El proyecto  El Bala
  • Proyecto El proyecto está localizado sobre el río Beni.   Cuenta con dos componentes:  El Chepete, ubicado a 70 kilómetros  de Rurrenabaque, en la  provincia Franz Tamayo del departamento de La Paz, y   El Bala, ubicado en el estrecho  de El Bala . Según el Gobierno tiene un potencial de 3.700 megavatios.
  • Inversión Para la construcción de la termoeléctrica se estima una inversión superior a los 6.000 millones de dólares.
  • Estudio 13 de julio se aprobó el decreto que instruye el estudio a diseño final del proyecto.  Geodata, que realizó el proyecto de identificación, está a cargo del trabajo, que debe concluir en 2017.
Fuente: periódico "Página Siete"

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