miércoles, 15 de diciembre de 2010

ESTRATEGIA NACIONAL DEL LITIO Y SUS DETRACTORES


En el presente artículo, el Gerente General de Recursos Evaporíticos explica el proceso de industrialización y la estratégia del gobierno para la explotación del Litio y refuta a sus críticos sobre el proceso de la política gubernamental en el tema.

LA ESTRATEGIA NACIONAL DE INDUSTRIALIZACIÓN (primera parte)

Pocas veces un gobierno tuvo la capacidad y la visión para planificar un proyecto de una perspectiva tan vasta e integral como la Estrategia Nacional para la Industrialización de los Recursos Evaporíticos. Esta estrategia comenzó con un modesto diseño de una planta piloto que debía monitorear y ajustar una investigación de laboratorio, que culmine en un proceso que permita separar especialmente las sales de potasio y litio en primera instancia y después las de magnesio y boro.

La investigación científica comenzó aplicando el proceso clásico o del campo de la biscofita alcanzando la obtención de algo más de dos kilogramos de cloruro de potasio, carbonato de litio y acido bórico, que fueron entregados al presidente Evo Morales el 26 de noviembre de 2009. El proceso se mostró poco adecuado a la salmuera de Uyuni, por la baja recuperación y el prolongado tiempo de evaporación. Poco a poco se fueron aplicando variantes hasta lograr un salto cualitativo con la introducción de combinaciones químicas que permitieron alcanzar niveles superiores de recuperación y eficiencia metalúrgica, que ha sido denominado como el “Proceso boliviano” de obtención de carbonato de litio.

Un equipo joven de ingenieros e investigadores bolivianos, junto a miembros de Comité Científico, lograron este éxito incuestionable, lo que constituye un salto cualitativo para nuestro país, que no dependerá de ahora en adelante, en esta materia, del conocimiento y patentes del extranjero. Culminada la fase investigativa fundamental, el diseño tuvo cambios importantes, entre ellos la magnitud de la planta piloto, que se transforma, en lo relativo al cloruro de potasio, en una planta semiindustrial, pero también en el diseño y construcción de las piscinas de evaporación, en el diseño y construcción de los diques de sal en el propio salar de Uyuni y en una serie de conceptos sobre el alcance y perspectivas del proyecto.

En el mes de octubre de 2010, se presentó al Presidente los resultados de todo el trabajo realizado desde el segundo semestre de 2008, especialmente los resultados de la investigación y los avances en los trabajos de geología y la construcción de la planta piloto. Después de un prolongado intercambio de opiniones y de absolver una serie de interrogantes, el presidente Morales aprobó lo que después de un par de semanas definió públicamente, como la Estrategia Nacional de Industrialización de los Evaporiticos de Bolivia.

Esta estrategia, en síntesis, contempla tres fases: la primera que está en plena ejecución con una inversión total de 17 millones de dólares establece la producción en planta piloto de 40 toneladas mensuales de carbonato de litio en el tercer trimestre de 2011, y 1.000 toneladas mensuales (planta semiindustrial) de cloruro de potasio en el segundo trimestre de 2011. La inversión proviene en su totalidad de recursos de Comibol. La segunda fase tiene una inversión de 485 millones de dólares, estos recursos provienen de las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia y se inicia el 2011. Se ha planificado la puesta en marcha de la planta industrial con una capacidad de 700.000 toneladas anuales de cloruro de potasio para el último trimestre del año 2013, con un escalamiento que comienza con 200.000 toneladas anuales y 30.000 toneladas anuales de carbonato de litio que arranca a fines de 2014 con un escalamiento que se inicia con 2.000 toneladas el primer año.

La tercera fase puede iniciarse simultáneamente a la segunda si se concreta un acuerdo con empresas que aporten tecnología para la producción de electrodos, electrolito y finalmente baterías secundarias (recargables) de litio para vehículos. También se ha planificado en esta fase la producción de otras sales de litio, hidróxido, litio metálico (para ánodos) y sales de magnesio y boro.

El Presidente ha anunciado que el Estado boliviano financiará este emprendimiento con 400 millones de dólares. Finalmente es fundamental señalar que el desarrollo de la química básica, es decir la producción de ácidos, hidróxidos y álcalis, que son insumos necesarios para el complejo evaporítico, pero también para muchas otras aplicaciones industriales, está también inserta en la estrategia nacional.

LOS DETRACTORES INTERNOS Y EXTERNOS

Puede parecer extraño y hasta inconcebible que existan detractores de este gran proyecto estatal, sobre todo si son compatriotas. Pero así es, existen y se presentan con diferentes posturas y es lógico que existan, pues representan intereses tanto económicos como políticos.

Los detractores son principalmente neoliberales que se oponen por principio a los emprendimientos estatales, porque quisieran que la explotación se entregue a privados, para poder beneficiarse indirectamente de sus réditos. Arguyen la inexperiencia y la falta de capacidades técnicas y científicas internas para fundamentar la entrega de los recursos naturales a empresas transnacionales. No les preocupa el saqueo de nuestras riquezas, sino los negocios que podrían beneficiarlos, así sea marginalmente, porque, como todos sabemos, la parte del león se llevan las empresas extranjeras.

Uno de los “argumentos” de los detractores es que el gobierno no tiene una estrategia y política clara en relación a los recursos evaporíticos.

¿Podrán seguir sosteniendo esta falacia después de que el presidente Evo Morales expuso públicamente, para el mundo entero, la Estrategia Nacional de Industrialización? Es probable que continúen repitiendo su muletilla, pero está claro que todo nuestro pueblo ya conoce y sabe que esta estrategia está en ejecución en beneficio para todos.

Otro “argumento” que se ha volatilizado por el peso y la contundencia de la estrategia nacional, es aquel que sostenía que el costo de este proyecto sería inalcanzable para la economía de nuestro país. Bueno, ahora ya no es necesario rebatir este falso argumento. (En siguientes entregas haré conocer más argumentos que descartan las acciones de desinformación que ponen en marcha los autodenominados especialistas de la industria del litio, detractores del proyecto nacional).

La primera fase, con una inversión total de 17 millones de dólares, establece la
producción en planta piloto de 40 toneladas mensuales de carbonato de litio en el tercer trimestre de 2011, y 1.000 toneladas mensuales de cloruro de potasio en el segundo trimestre de 2011.

OTROS ARGUMENTOS FALACES (segunda parte)

Aunque muchos de los detractores son simples opinadores, pues carecen de conocimientos sobre el tema, se esfuerzan por explicar las bondades de supuestas tecnologías listas para ser aplicadas a la explotación de las salmueras de Uyuni. No conocen, no tienen el conocimiento suficiente para entender que ninguna de las empresas líderes tiene certificado un proceso para la obtención de sales de litio, a partir de las salmueras del salar de Uyuni, una de las más complejas del mundo (la de Coipasa es aún más compleja).

Esto es tan evidente, que todas las propuestas recibidas de estas empresas, sin excepción, proponen al menos dos años de investigación y otros dos de ensayos en planta piloto. Por ello resulta gracioso que un autocalificado “especialista en la economía del litio” repita, una y otra vez, que no comprende por qué se quiere descubrir el agua tibia, refiriéndose a las investigaciones que han culminado exitosamente con el proceso boliviano. En su ignorancia cree que existe una receta que se puede comprar y aplicar inmediatamente.

Lo que llama la atención es que una observación semejante la hiciera esta vez un investigador, un científico muy respetable, que comete la ligereza de indicar que no existe ningún proceso nuevo, menos un descubrimiento, desmereciendo el trabajo de sus colegas. A él le respondemos, complementando lo que se señaló líneas arriba, que la aplicación copiada del proceso de Atacama, a la salmuera de Uyuni, es absolutamente inviable, técnica y económicamente.

NO EXISTEN TÉCNICOS Y CIENTÍFICOS CAPACITADOS EN BOLIVIA

La ignorancia científica y técnica de otros detractores, llega hasta el atrevimiento de sentenciar que en Bolivia no hay gente capaz de desarrollar ciencia y tecnología. Esta afrenta fue expresada públicamente por otro opinador en el foro sobre el litio, auspiciado por la UMSA en días pasados y nada menos que en el paraninfo universitario. Es cierto que a nuestro país le falta una masa crítica de investigadores y científicos para impulsar un proceso integral de desarrollo, pero eso es muy distinto a señalar que no existen.

Un autodenominado “analista económico” que difunde diariamente un mensaje radial derrotista, con datos falsos e ideas carentes de todo fundamento técnico y científico, recurriendo a una publicación sobre el tema, señaló que sería mucho más rentable producir quinua que litio. El opinador no sabe que el cloruro de potasio, que se producirá en la planta de Llipi-Llipi, es un excelente fertilizante para la quinua y que lejos de contraponerse estos dos rubros entre sí, más bien se complementarán para que la producción de este grano maravilloso se incremente.

PEQUEÑOS INGRESOS POR VENTAS

Otra mentira de los detractores -que al parecer está contenida en una reciente publicación- se refiere a que los ingresos del emprendimiento industrial en el mejor de los casos estarán en el orden de unos modestos 100 millones de dólares anuales. Sólo en la segunda fase del proyecto, con precios conservadores, el país exportará entre 370 y 380 millones de dólares anuales. Esta cifra se multiplicará varias veces con el desarrollo de la tercera fase (cátodos, ánodos y electrolito en base litio, baterías, otras sales de litio, potasio, magnesio y boro, química básica).

MUCHA INVERSIÓN EN PAÍSES VECINOS, MUY POCA EN BOLIVIA

Se ha hecho ya costumbre en varios analistas de oposición y detractores de las políticas del Gobierno, comparar las inversiones extranjeras en Bolivia y en los países vecinos, especialmente en Chile, Perú y Argentina cuando de inversiones en minería se trata. Es evidente que las políticas neoliberales que rigen en estos países privilegian la inversión privada, especialmente extranjera. Es cierto que en montos absolutos estas inversiones superan a las que se registran en nuestro país, sin embargo lo importante en las inversiones no es el monto sino su orientación, su carácter y su impacto real en la economía.

Las inversiones públicas en Bolivia, desde el año 2006, superan ampliamente a la inversión privada (nacional y extranjera), han mostrado una correcta orientación que se refleja en tasas de crecimiento del PIB, de las más altas del subcontinente, pero además se dirigen a transformar las materias primas en un sostenido proceso de industrialización, particularmente en la minería y metalurgia. Nada o muy poco de esto sucede con las inversiones extranjeras en los países vecinos. Es cierto que sus exportaciones mineras han crecido ostensiblemente, pero principalmente por la extracción de minerales y su exportación como materia prima.

A las transnacionales les interesa explotar las materias primas que deben ser exportadas para su transformación industrial en sus propias factorías. Por ello el criterio cuantitativista de las inversiones no representa una ventaja para el país receptor, puede incluso ser francamente perjudicial, al sobreexplotar los yacimientos dilapidando reservas, saturando el mercado y deprimiendo los precios sin generar valor agregado e industrialización, dejando escasos ingresos.

Esto es lo que va sucediendo en Chile y Argentina con una fiebre de concesiones mineras que están prácticamente loteándose los salares, particularmente en las provincias argentinas de Salta (Salar de Rincón, donde está operando la australiana Admiralty Resources, Salar de Antofalla), Jujuy (salar de Olaroz, donde opera la australiana Orocobre) y Catamarca (salar del Hombre Muerto, donde opera la FMC y Salar de Arízaro). En Chile la explotación de dos transnacionales, la Sociedad Chilena del Litio (Rockwood de EE.UU y Chemetall de Alemania) y SQM (Potash Co de Canadá y EE.UU) transcurre ya varias décadas y funcionan a escala mundial casi como un duopolio.

Hemos accedido a información por la cual se puede comprobar cómo estas empresas facturan la tonelada de carbonato de litio con precios muy inferiores a los promedios mundiales (hasta un 50% inferiores), cuando venden a su casas matrices, reduciendo los ingresos que debe percibir el Estado, la provincia y la localidad. Este tipo de inversiones de las que tanto se hace gala, de parte de los detractores internos y externos, no interesa a un pueblo que ha decidido ser verdadero dueño de sus recursos naturales.

Sólo en la segunda fase del proyecto, a precios conservadores, el país exportará entre 370 y 380 millones de dólares anuales. Esta cifra se multiplicará varias veces con el desarrollo de la tercera fase (cátodos, ánodos y electrolito en base litio, baterías...).

Fuente: periódico "Cambio" y COMIBOL - La Paz-Bolivia - 15/12/2010

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