martes, 26 de abril de 2016

AGRICULTURA: Pequeños productores advierten que falta de biotecnología obligará a internar productos transgénicos


Los pequeños y medianos productores del departamento de Santa Cruz ven con preocupación el excesivo uso de agroquímicos al que están obligados para combatir plagas y mejorar la productividad de los cultivos de soya, arroz, trigo, caña de azúcar y otros. Plantean como opción el uso de biotecnología para el mejoramiento genético de sus semillas, es decir de transgénicos.
“Esperamos la respuesta del Gobierno, pedimos que avancemos en biotecnología, somos una isla en la región, el único país en el que no estamos avanzando en biotecnología, cuando en Paraguay ya tienen más de 12 millones de hectáreas con cultivos con semillas mejoradas, Argentina tiene 60 millones y hace semanas lanzó 36 nuevos eventos modificados, y nosotros seguimos con un millón y para un solo evento”, aseguró el presidente de la filial Cuatro Cañadas de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), Suzano Terceros,

Se refería a las semillas transgénicas. En Bolivia solo se usa una semilla resistente al glifosato, un herbicida, mientras los países limítrofes aceptan decenas de tipos de transgénicos.

El agricultor dijo que mientras en las tierras bajas de Santa Cruz se produce entre dos a tres toneladas de maíz por hectárea cultivada, países vecinos como Argentina o Perú llegan hasta siete toneladas porque emplean semillas genéticamente modificadas, y por tanto sus costos de operación son más bajos y su competitividad en el mercado, mayor.  

El artículo 255 de la Constitución Política del Estado prohíbe la importación, producción y comercialización de organismos genéticamente modificados y elementos tóxicos que dañen la salud y el medio ambiente. Existen activistas y especialistas que critican a los transgénicos porque señalan que los productos pueden afectar a la salud. También denuncian que los agricultores se vuelven dependientes de los grandes laboratorios, porque los productos transgénicos no producen semilla.
 

Pero la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) la defiende. En su declaración sobre la biotecnología sostiene que "ofrece instrumentos poderosos para el desarrollo sostenible de la agricultura, la pesca y la actividad forestal, así como de las industrias alimentarias. Cuando se integra debidamente con otras tecnologías para la producción de alimentos, productos agrícolas y servicios, la biotecnología puede contribuir en gran medida a satisfacer, en el nuevo milenio, las necesidades de una población en crecimiento y cada vez más urbanizada".

“Como no utilizamos esa tecnología hace que no seamos competitivos, y terminaremos trayendo productos transgénicos para el consumo interno porque no tendremos como competir. Sin ir lejos, el maíz que ingresa de contrabando de Argentina es transgénico, pero nosotros estamos prohibidos de hacerlo”, señaló. 


Aunque se prohíbe en el país, de todas formas los bolivianos terminarán consumiendo productos transgénicos que ingresan de contrabando, expresó.   

Contó que la cosecha de la siembra de verano tiene un avance del 90%, pero advirtió una disminución en los rendimientos como efecto de la sequía. El dirigente también lamentó los bajos precios. Dijo que la mayoría de los pequeños productores, que representan el 70% de los afiliados a Anapo, vendió la tonelada de soya en 220 dólares, cuando la inversión superó los 400 dólares. 

Por su parte, el alcalde de Cuatro Cañadas, Genaro Carreño, aseguró que casi el 70% de los cultivos producidos sobre 200 mil hectáreas en el municipio cruceño se perdió a consecuencia de la sequía y las limitaciones en las exportaciones, razones que no escuchan los bancos y financieras para evitar la ejecución del cobro de créditos. 

“Tenemos buena relación con los grandes productores que tienen su maquinaria, pero los que no tenemos estamos fregados. La soya está normada por el precio internacional de Chicago y de Rosario Argentina, en eso no podemos discutir y ha estado de bajada como el precio del petróleo”, señaló. 






Paralelamente, la directora del Norte Integrado de Anapo, Silvia Vale, exigió que el Gobierno, los agricultores y los industriales se sienten a analizar la delicada situación del agro cruceño y dar soluciones a los problemas que atraviesa.  

“El agricultor cruceño se está viendo en una situación delicada porque no tenemos mercado, caminos y no tenemos tecnología. Necesitamos la biotecnología para hacer más resistentes nuestros cultivos”, clama. 

Vela advierte que los agricultores dejarán de sembrar, al menos maíz y otros cultivos de rotación, porque ya van cuatro campañas de siembra fracasadas, dos de soya, una de frejol y otra de maíz y arroz. “No habrá soya porque no hay grano de oro”, asegura a tiempo de denunciar que las industrias les pagaron lo que quisieron en anteriores campañas. 







La agrónoma Cecilia Gonzales, especialista en biotecnología del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), explicó que después de varios años de una fuerte campaña de desprestigio en contra de los transgénicos promovido por algunas Organizaciones No Gubernamentales (ONG) europeas, la experiencia ha mostrado que la biotecnología ha dado buenos resultandos en diversas variedades agrícolas. 

Según la experta, una variedad convencional o variedades derivadas tardan en desarrollar 10 a 15 años, pero con ingeniería genética y técnicas moleculares que solo incluye el método de la transgénesis –que empieza a ser obsoleta– sino también la sisgénesis. 

“Hay una evaluación de riesgo para las nuevas modificaciones genéticas; estamos diciendo que en cinco años más se puede tener una variedad adaptada a las necesidades locales. Argentina tiene diez nuevos eventos, no solo con transgénesis sino en sisgénesis; es decir, se sacan de una variedad de un pariente silvestre una característica y se la pone en una variedad comercial”, sostuvo. 

Gonzales dijo que dentro de cinco años, Argentina por ejemplo tendrá mejor papa, trigo, soya y hasta quinua que Bolivia gracias a la biotecnología. 

La científica advierte que en la actualidad, productos agrícolas convencionales son sometidos a cuatro y más veces de fumigaciones de plaguicidas, mientras que aquellos intervenidos con la biotecnología sólo requieren de una fumigación con herbicidas.  



Fuente: periódico "El Deber"

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