Según el economista Rolando Morales, “este endeudamiento masivo que pretende hacer el gobierno con China no es positivo, eso queda claro.
Hay dos razones básicas: primero, las tasas de interés con China son más elevadas que las del Banco Mundial, BID o CAF y, en segundo lugar, son créditos ‘atados’, el proveedor puede poner los precios que quiera, ese es el problema con los créditos atados”.
Este análisis es parte de los que fueron recientemente recopilados por la Fundación Jubileo; el expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Juan Antonio Morales, agrega que la deuda con China es “posiblemente la más peligrosa de todas”.
En efecto, según datos del BCB al 30 de junio de 2016, las tasas de interés que cobran el BID (2,2%), la CAF (2,3%) y el Banco Mundial (1,3%) son evidentemente menores que las que cobra China (2,6%) por los 608,4 millones de dólares que ya ha prestado a Bolivia.
Con esa cifra, China es el principal acreedor bilateral de Bolivia (dueña de casi el 80% de la deuda bilateral), que representa a su vez el 9,2% de la deuda externa total de 6.646,6 millones de dólares. De este total, 4.884,2 millones son deuda multilateral (de organismos como el BID, CAF, Banco Mundial, entre otros), que equivale al 73,5% de la deuda total.
Pero la deuda con China está a punto de pasar a cifras mayores, pues el gobierno confirmó esta semana que ya se encuentran comprometidos 4.858 millones de dólares de crédito chino para obras y proyectos de infraestructura. Con ello, China pasará a ser el mayor acreedor, superando incluso a todos los préstamos multilaterales juntos.
Además, el ministro de Obras Públicas, Milton Claros, confirmó lo dicho por el analista Rolando Morales: que el crédito chino está atado, ya que el requisito para los financiamientos es que empresas de ese país ejecuten los proyectos. Según palabras del ministro, “necesariamente (debe ser) una empresa china, ese es el requerimiento que ha puesto el Eximbank”, entidad financiera que otorga los créditos.
La autoridad también reconoció que (a diferencia de este crédito chino atado) cuando los recursos de financiamiento provienen de otras fuentes como la CAF, BID, el Banco Mundial o el Tesoro General de la Nación (TGN), la participación es libre y abierta a empresas públicas o privadas.
Este análisis es parte de los que fueron recientemente recopilados por la Fundación Jubileo; el expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Juan Antonio Morales, agrega que la deuda con China es “posiblemente la más peligrosa de todas”.
En efecto, según datos del BCB al 30 de junio de 2016, las tasas de interés que cobran el BID (2,2%), la CAF (2,3%) y el Banco Mundial (1,3%) son evidentemente menores que las que cobra China (2,6%) por los 608,4 millones de dólares que ya ha prestado a Bolivia.
Con esa cifra, China es el principal acreedor bilateral de Bolivia (dueña de casi el 80% de la deuda bilateral), que representa a su vez el 9,2% de la deuda externa total de 6.646,6 millones de dólares. De este total, 4.884,2 millones son deuda multilateral (de organismos como el BID, CAF, Banco Mundial, entre otros), que equivale al 73,5% de la deuda total.
Pero la deuda con China está a punto de pasar a cifras mayores, pues el gobierno confirmó esta semana que ya se encuentran comprometidos 4.858 millones de dólares de crédito chino para obras y proyectos de infraestructura. Con ello, China pasará a ser el mayor acreedor, superando incluso a todos los préstamos multilaterales juntos.
Además, el ministro de Obras Públicas, Milton Claros, confirmó lo dicho por el analista Rolando Morales: que el crédito chino está atado, ya que el requisito para los financiamientos es que empresas de ese país ejecuten los proyectos. Según palabras del ministro, “necesariamente (debe ser) una empresa china, ese es el requerimiento que ha puesto el Eximbank”, entidad financiera que otorga los créditos.
La autoridad también reconoció que (a diferencia de este crédito chino atado) cuando los recursos de financiamiento provienen de otras fuentes como la CAF, BID, el Banco Mundial o el Tesoro General de la Nación (TGN), la participación es libre y abierta a empresas públicas o privadas.
China condiciona, Bolivia acata
Otros analistas bolivianos consideran que los préstamos chinos para infraestructura vial y similares son bienvenidos siempre y cuando se obligue a las empresas chinas -públicas o privadas- a trabajar al menos en un 30% con empresas bolivianas, con obligación de transferencia de tecnología, procedimientos y técnicas constructivas.
Lo mismo si se trata de compras de bienes: deben ir asociadas a transferencias tecnológicas y sociedades bolivianas con empresas públicas o privadas de China.
Sin embargo, las condiciones no las pone Bolivia sino China, y ciertamente el gobierno boliviano no parece gozar de una buena posición para negociar. Esto se debe a que “los gastos e inversiones públicas han crecido significativamente durante los últimos años, y ahora los ingresos públicos están disminuyendo, tenemos, desde el año 2014, un resultado deficitario”, según dice Jubileo.
Y es que hay una “desesperación por mantener o aumentar” la inversión pública para mantener el PIB en niveles altos, “porque de otra manera el PIB podía haber caído mucho más”, observó el economista Luis Pablo Cuba.
Según Cuba, el crédito chino “va a garantizar la inversión pública en los próximos dos o tres años. Yo creo que es una política de endeudamiento para garantizar el crecimiento de la economía boliviana en este momento en que hemos entrado en crisis”. Por ahora, agrega, la capacidad de pago de la deuda externa en Bolivia “es todavía posible de cumplir, pero estamos acercándonos a un límite que no es el deseable”.
Por otro lado, para mantener la inversión pública, el gobierno también ya viene echando mano de las Reservas Internacionales Netas (RIN), lo que ha ocasionado su reducción.
Del récord que ostentaron las RIN bolivianas entre finales de 2014 y principios de 2015, de más de 15 mil millones de dólares (representando cerca del 50% del PIB, cifra inigualable en la región), el último informe del BCB al 7 de octubre muestra que éstas cayeron a 10.902 millones de dólares.
Es por ello que Cuba considera que “estamos llegando al límite de seguir utilizando las RIN, porque hay que tener siempre un colchón financiero ante posibles ajustes en la propia economía en los próximos años”.
Otros analistas bolivianos consideran que los préstamos chinos para infraestructura vial y similares son bienvenidos siempre y cuando se obligue a las empresas chinas -públicas o privadas- a trabajar al menos en un 30% con empresas bolivianas, con obligación de transferencia de tecnología, procedimientos y técnicas constructivas.
Lo mismo si se trata de compras de bienes: deben ir asociadas a transferencias tecnológicas y sociedades bolivianas con empresas públicas o privadas de China.
Sin embargo, las condiciones no las pone Bolivia sino China, y ciertamente el gobierno boliviano no parece gozar de una buena posición para negociar. Esto se debe a que “los gastos e inversiones públicas han crecido significativamente durante los últimos años, y ahora los ingresos públicos están disminuyendo, tenemos, desde el año 2014, un resultado deficitario”, según dice Jubileo.
Y es que hay una “desesperación por mantener o aumentar” la inversión pública para mantener el PIB en niveles altos, “porque de otra manera el PIB podía haber caído mucho más”, observó el economista Luis Pablo Cuba.
Según Cuba, el crédito chino “va a garantizar la inversión pública en los próximos dos o tres años. Yo creo que es una política de endeudamiento para garantizar el crecimiento de la economía boliviana en este momento en que hemos entrado en crisis”. Por ahora, agrega, la capacidad de pago de la deuda externa en Bolivia “es todavía posible de cumplir, pero estamos acercándonos a un límite que no es el deseable”.
Por otro lado, para mantener la inversión pública, el gobierno también ya viene echando mano de las Reservas Internacionales Netas (RIN), lo que ha ocasionado su reducción.
Del récord que ostentaron las RIN bolivianas entre finales de 2014 y principios de 2015, de más de 15 mil millones de dólares (representando cerca del 50% del PIB, cifra inigualable en la región), el último informe del BCB al 7 de octubre muestra que éstas cayeron a 10.902 millones de dólares.
Es por ello que Cuba considera que “estamos llegando al límite de seguir utilizando las RIN, porque hay que tener siempre un colchón financiero ante posibles ajustes en la propia economía en los próximos años”.
El dilema de la inversión pública
Según Jubileo, “la inversión (tanto pública como privada) es un factor determinante para el crecimiento y desarrollo de un país”. Juan Antonio Morales agrega que “hay que mantener la inversión pública, lo contrario sería un gravísimo error. Hay que hacer inversión pública que en lo posible induzca, catalice a la inversión privada”.
Sin embargo, Rolando Morales observa además que “lo primero que debió haberse hecho hace mucho tiempo es ser mucho más cuidadoso en la elección y ejecución de las inversiones públicas, éstas tienen que ir orientadas a aumentar la capacidad productiva del país”.
Por su parte, el economista Luis Carlos Jemio observa que “no hay un sistema en el país que mida la eficiencia en inversión pública” para saber “qué tan bien se está gastando la plata; si esa inversión está teniendo realmente un efecto sobre el nivel de vida de la población, sobre el crecimiento económico y que no sea solamente gasto corriente”.
Según Jubileo, “la inversión (tanto pública como privada) es un factor determinante para el crecimiento y desarrollo de un país”. Juan Antonio Morales agrega que “hay que mantener la inversión pública, lo contrario sería un gravísimo error. Hay que hacer inversión pública que en lo posible induzca, catalice a la inversión privada”.
Sin embargo, Rolando Morales observa además que “lo primero que debió haberse hecho hace mucho tiempo es ser mucho más cuidadoso en la elección y ejecución de las inversiones públicas, éstas tienen que ir orientadas a aumentar la capacidad productiva del país”.
Por su parte, el economista Luis Carlos Jemio observa que “no hay un sistema en el país que mida la eficiencia en inversión pública” para saber “qué tan bien se está gastando la plata; si esa inversión está teniendo realmente un efecto sobre el nivel de vida de la población, sobre el crecimiento económico y que no sea solamente gasto corriente”.
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