Los países productores de petróleo, duramente golpeados por el hundimiento de los precios del crudo, se han visto obligados a tomar medidas impopulares que se traducen en una elevación de la gasolina y otros combustibles fósiles.
“Es la maldición petrolera para los países cuyos ingresos dependen del oro negro”, explicó ayer a la AFP Jean-Marie Chevalier, profesor emérito de la Universidad Paris-Dauphine. El lunes, el Gobierno de Arabia Saudita decidió aplicar medidas de austeridad, incluyendo aumentos de hasta el 80% en el precio de los carburantes y otros productos petrolíferos.
Primera economía árabe y primer exportador mundial de crudo, el país sufre plenamente las consecuencias del hundimiento del precio del barril, del cual es en parte responsable por su insistencia en defender su cuota de mercado en detrimento de los precios. Su déficit presupuestario roza los 100.000 millones de dólares y ha puesto a prueba las reservas de divisas de Riad, de unos 800.000 millones de dólares. Para ponerle remedio, el reino ha adoptado un plan de austeridad que prevé revisar las subvenciones sobre los precios del combustible, al igual que hicieron otros países petroleros.
Varios Estados del Golfo Pérsico ya dieron el paso y otros aún vacilan, contribuyendo a asentar esta paradoja.
Nigeria, principal productor subsahariano, anunció que cerrará el grifo de las subvenciones en 2016, juzgando que no son necesarias cuando el precio del barril se sitúa por debajo de los 60 dólares.
Fuente: periódico "La Razón"
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