lunes, 21 de diciembre de 2015

Un acuerdo sobre el clima que contentó a (casi) todos

Durante las dos semanas que duró la reciente Cumbre del Clima, de la que fue anfitriona, usó una inteligente mezcla de presiones evidentes, sutiles advertencias e incluso indecorosas manipulaciones emocionales, como haber mencionado los ataques terroristas que sacudieron su país, para lograr que fuera alcanzado un acuerdo internacional de lucha contra el cambio climático.
El acuerdo alcanzado contiene aspectos mínimos exigidos por los distintos países, como que se hagan esfuerzos para que la emisión de gases de efecto invernadero no aumente la temperatura del mundo a más de dos grados centígrados hasta finales de siglo, y ojalá lleguen sólo a 1,5 grados. Esto contentó a las naciones más vulnerables, especialmente insulares. 
También las naciones industrializadas se comprometieron a aportar 100 mil millones de dólares anuales a los países pobres. Incluso se logró incluir la palabra "vinculante” aunque sólo en el sentido de que las naciones están obligadas a presentar informes periódicamente sobre sus avances (ver recuadro). Finalmente, se mantuvo el concepto de "responsabilidades diferenciadas”, que señalan que el mundo desarrollado hará más esfuerzos que los países en vías de desarrollo.
El trabajo de Francia empezó casi inmediatamente después de concluir la Cumbre celebrada en Lima del año pasado, la denominada COP20. Entonces, el agudo y dotado ministro de Relaciones Exteriores de Francia, Laurent Fabius, empezó su laboriosa labor de relojería y obtuvo uno de los premios más grandes al que un diplomático puede aspirar: hacer que gobiernos de 195 países del mundo acepten un documento que no pudo ser consensuado durante más de dos décadas de intentos.
En el año que Francia tuvo para organizar la Cumbre, Fabius visitó decenas de países, incluido Bolivia, mantuvo reuniones con los ministros y jefes de Estado más refractarios a firmarlo, como los de Arabia Saudita, China e India;  generó una colación de apoyo de naciones africanas y asiáticas y recordó a EEUU que no habría acuerdo posible si ese país no cedía algunas de sus posiciones, como aspirar a que la temperatura no suba de 1,5 grados centígrados y consolidar el fondo de 100 mil millones de dólares al año.
 
El trabajo de relojería de Fabius
El éxito se debió también al cambio que se dio en el mecanismo de aprobación: en vez de que los países votaran en favor del texto de acuerdo entregado el sábado, la gestión de Fabius decidió más bien preguntar en la plenaria final qué Gobierno estaba en contra del mismo. Con la presión generada en las últimas horas y los dramáticos discursos leídos un par de horas antes, ninguno quiso jugar ese papel de villano. Al no haber habido veto, el acuerdo se dio por aprobado. 
"Fue una decisión brillante, que cambió la lógica de aprobación de las cumbres anteriores”, dijo Fabrice Fournier, un observador que ha asistido a varios de estos eventos en el pasado. 
También fue acertado haber invertido el orden de trabajo de las autoridades. En el pasado, los presidentes hacían el trabajo final de negociación, cosa que resultaba cada vez infructuosa. 
La Presidencia francesa de la Cumbre resolvió este año que los jefes de Estado actuaran al principio del evento, lo que hizo que 150 de ellos se comprometieran a un acuerdo, para dejar después a los delegados y concluir con los ministros. 
 
Ministro boliviano entre los "facilitadores”
Otro de los aciertos de la diplomacia francesa fue el haber nombrado a 14 "facilitadores” del diálogo, entre los que estuvo el ministro boliviano de Planificación del Desarrollo, René Orellana. Esos delegados daban parte a Fabius al finalizar cada jornada de negociaciones, y a veces varias veces por día. 
Los 14 estaban abocados a los siete temas considerados más complicados de obtener, entre ellos el financiamiento a los países pobres, lograr un crecimiento de temperatura de menos de dos grados centígrados, los sistemas de supervisión posteriores y las "responsabilidades diferenciadas”, entre naciones ricas y pobres. 
La Cumbre del Clima logró un acuerdo global para que los países reduzcan la emisión de los gases de efecto invernadero, que causan el calentamiento global.  
Esos gases son los que emiten las fábricas, vehículos, barcos, aviones y los sistemas de producción de energía eléctrica que utilizan petróleo o carbón.  Los científicos dicen que un aumento de dos grados centígrados hasta el final del siglo sería nefasto para la vida humana y por ello hay que mantenerla por debajo de ese nivel. (Con información de ANF).

Estos son los seis temas centrales del documento
Estos son los seis  asuntos principales del acuerdo sobre el cambio climático firmado en París el 12 de diciembre. 
 
1.- Temperatura. Los países se comprometieron a evitar que la temperatura promedio del planeta aumente a dos grados centígrados hasta finales de siglo, e incluso que "deberán seguir esforzándose” para que no llegue a 1,5 grados, que es la exigencia de naciones más vulnerables y de países insulares.

2.- Reducción de la emisión de gases. Para lograr que la temperatura no suba más de la cifra mencionada, las naciones se comprometieron a bajar drásticamente la emisión de gases de efecto invernadero, especialmente de dióxido de carbono (CO2), que es el que emiten los vehículos y las plantas de generación de electricidad que funcionan a base de carbón o petróleo. 

3.- Compromisos de reducción de gases. El Protocolo de Kioto buscaba forzar a los países a que rebajen obligatoriamente unos ciertos volúmenes de esos gases. Para la Cumbre de París, también llamada COP21, se resolvió que cada Gobierno "ofrezca voluntariamente” reducciones de esas emisiones. En total, 186 naciones enviaron sus "propuestas de reducción”. El problema es que la suma de esos compromisos de reducción de emisión de gases, sin embargo, no es suficiente. Si se cumplieran, la temperatura del planeta aumentaría a 2,7 grados centígrados hasta fines de siglo. El acuerdo, dicen los críticos, no establece un mecanismo claro de cómo aumentar esos "compromisos”.

4.- "Revisiones” de emisión de gases en el futuro. El acuerdo, sin embargo, sí establece que cada cinco años los países se comprometen a permitir que sea supervisada la emisión de gases de efecto invernadero y de reducirla para lograr no superar la temperatura de dos grados centígrados. Esas reducciones, sin embargo, deben ser "voluntarias”, que es otro aspecto que critican las ONG. Los países deberán presentar un primer balance en 2023 endurecerlo en el futuro en función de la evolución del clima. 

5.- Fondo de ayuda. En 2009 los países industrializados prometieron la creación del llamado Fondo Verde, que consistía en lograr que 100 mil millones de dólares anuales sean distribuidos a los países en vías de desarrollo desde el año 2020. El acuerdo de París se compromete a "movilizar” esos recursos, lo que incluiría a inversiones privadas, lo que las ONG rechazan. El fondo está orientado a financiar el cambio hacia energías limpias, que requiere importantes recursos y traspaso de tecnología, y para compensar la baja estimada de crecimiento que se produciría durante esa transición. A las potencias emergentes, entre ellos China o Corea del Sur, se las emplaza a realizar aportes, pero siempre de forma voluntaria.

6.- Responsabilidades diferenciadas. La Convención del Clima de 1992, que inició la organización de cumbres mundiales anuales sobre cambio climático, estableció anexos que detallaban los países desarrollados que estaban obligados a reducir sus emisiones. Pero 23 años más tarde, esos industrializados sólo emiten el 35% de los gases totales. China e India son hoy el primer y tercer país más contaminante del mundo y no figuran en esos anexos. Pese a ello, a China e India no se les obliga a reducir emisiones y se los emplaza solamente a "mejorar sus esfuerzos contra el cambio climático en función de sus circunstancias nacionales”. (Con información de ANF)
Las críticas de los especialistas y ONG
Agencias / El Tiempo

Especialistas, activistas y representantes de ONG mostraron sus inquietudes en los últimos días sobre si realmente se alcanzará la meta de evitar que la temperatura global llegue a los dos grados centígrados  hacia fines de siglo, peor aún que sólo suba a 1,5 grados.
 Por el momento, los planes voluntarios de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero de cada país sólo frenarían el calentamiento a 2,7 grados centígrados. Además, las revisiones cada cinco años sólo empezarán a partir de 2023.
Varias ONG no consideraron el acuerdo como un éxito rotundo, sobre todo teniendo en cuenta que la primera revisión obligatoria de gases emitidos será en 2025.
Amigos de la Tierra calificó el acuerdo de "farsa”, ya que "a través de compromisos parciales y tácticas intimidatorias, los países ricos forzaron un mal acuerdo”.
De otro lado, en la opinión de Omar Darío Cardona, investigador colombiano quien fue parte del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, el énfasis se ha dado al tema de las emisiones; sin embargo, en cuanto adaptación,  pérdidas y daños el texto es solamente indicativo. "Creo no se puede señalar que haya un balance y lo que hay por hacer es enorme”, añade.
En esa misma línea, Avaaz, la comunidad global de movilización online, señaló a través de un comunicado que "tenemos que ser más ambiciosos para cumplir con nuestro objetivo de usar energías 100% limpias para 2050 y rebajar la cota que recoge el acuerdo ahora, que habla de ‘segunda mitad del siglo’. Necesitamos que los países ricos aporten más fondos para que los países en vías de desarrollo puedan prescindir totalmente del carbón y sacar a cientos de millones de personas de la pobreza”.
Sin embargo, la crítica más fuerte fue la del científico James Hansen, el primero en advertir de los riesgos del cambio climático hace tres décadas. Como registró el periódico español El Mundo, el climatólogo critica que el acuerdo no tome medidas para la descarbonización de la economía, es decir dejar de lado a las energías fósiles y hacer una transición energética hacia otros modelos más limpios.
Los ojos del mundo ahora se dirigen a Marruecos, donde se celebrará con la conferencia de clima en 2016 (COP22). Allí se deberá empezar a traducir en actuaciones el primer acuerdo universal contra el cambio climático.
Fuente: periódico "Página Siete"

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