Es un dato interesante, contra todo pronóstico y en tiempos de crisis internacional, el 5,2% de crecimiento de la economía observado al segundo trimestre de 2015, una tasa del PIB a 12 meses o anualizada que ,si bien es inferior a la registrada en los mismos periodos en 2013 y 2014 - que fue de 6,1% respectivamente-, es superior a las tasas del PIB anualizadas de los segundos trimestres de 2011 y 2012.
A nivel del crecimiento del PIB respecto al trimestre anterior, la tasa fue 4,8%, también inferior a la de los dos años anteriores, pero superior a la registrada en el segundo trimestre del 2012.
Para tratar de explicar este incremento se analiza la contribución o incidencia de los componentes por el lado del gasto en el PIB. Se diferencia entre los relacionados con la demanda interna (como el consumo del Gobierno, de los hogares y la inversión) del componente asociado a la demanda externa (como las exportaciones).
Uno ve claramente en el gráfico la caída en la contribución de las exportaciones como consecuencia de los efectos negativos de la crisis internacional, de -3,3% en el primer trimestre y de -1,9% en el segundo trimestre, debido a un menor volumen exportado ante una contracción de la demanda externa.
¿Entonces, a qué se debe el crecimiento del PIB? El crecimiento se debió a la demanda interna como resultado de la incidencia positiva en el PIB de los gastos del consumo privado en un 3,5%, del consumo público así como de la inversión en un 0,7% cada uno.
Este comportamiento va en general en contra de las recetas que dicen que ante la crisis hay que ajustarse los cinturones aplicando medidas de austeridad, como lo haría cualquier jefe de familia cuando se le contrae su ingreso.
Sin embargo, a nivel macroeconómico, el comportamiento de rebaño o manada es perjudicial puesto que si el Gobierno, las empresas y las familias contraen sus gastos resulta que están contrayendo su propia demanda, generando por tanto un circulo vicioso, puesto que ante una menor demanda por sus bienes y servicios, se tenderá a disminuir o contraer la oferta de esos productos.
Keynes, hace casi un siglo, y economistas como Paul Krugman en el siglo actual son los propulsores de que, en situaciones de crisis y en un marco macroeconómico estable, es necesario expandir en lugar que contraer la demanda agregada con políticas fiscales para reactivar la economía.
En el caso boliviano, es interesante observar a nivel de los datos de los primer y segundo trimestres de 2015, que la participación del consumo privado como público en el total, así como de la inversión, denominado coeficiente de inversión fueron, en promedio, mayores a los observados en los periodos anteriores en los mismos trimestres, lo que muestra una señal positiva tanto por el lado del gasto público como del gasto privado.
En el caso de la inversión se observa más claramente esta relación y en especial en la inversión pública. Lo que dicen los manuales es que el Gobierno debe ajustar su gasto fiscal, en especial las inversiones públicas, para dejar su expansión al sector privado.
Un reciente trabajo de Nicolás Maqud para el FMI, imagínese, titulado La melancolía de las materias primas: La inversión empresarial en América Latina, resalta la desaceleración de la inversión privada en la región desde 2011, mostrando una alta correlación entre el comportamiento de la inversión privada y los precios de exportación de materias primas.
Señala: "La caída de los precios de exportación de las materias primas explica casi la totalidad de la disminución de los ratios promedio de inversión/capital”. Esto significa que la inversión privada es procíclica, aumenta en tiempos de expansión económica y se contrae en tiempos de contracción económica.
Recientemente, la CEPAL señaló que las entradas de inversión extranjera directa (IED) hacia 16 países de América Latina disminuyeron 21% durante la primera mitad del año respecto al mismo período del año anterior y que "entre los factores de la disminución de la IED hacia la región figura la caída de las inversiones en la minería y en hidrocarburos por la reducción de los precios internacionales, la desaceleración de China y el crecimiento económico negativo de la región”.
Entonces, ¿le correspondería a la inversión pública, como en el caso boliviano, ser el motor de la reactivación?
Fuente: periódico "Página Siete"
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