viernes, 25 de septiembre de 2015

El latifundio acapara tierras por desahucio, arriendo o compra

El agronegocio acapara tierras por arrendamiento, por compra y por desahucio a los pequeños campesinos en Paraguay, donde se cuentan más de siete millones de hectáreas destinadas principalmente al cultivo de soya y algodón, sostiene el sociólogo Quintín Riquelme que ha estudiado este proceso en esa región guaraní.


Riquelme expuso el tema "Agronegocio en Paraguay: impactos sobre la agricultura campesina y la producción de alimentos", en el marco del Tercer Foro Internacional Andino Amazónico de Desarrollo Rural que se desarrolló en La Paz, concentrándose en la experiencia de su país que definió el modelo agroexportador en los años 50, con la ampliación de la frontera agrícola, la incorporación de capital y tecnología, y la modernización del aparato burocrático del Estado.

El desarrollo del agronegocio y la expansión de la frontera agrícola necesitaba abrirse camino, y lo hizo a través del acaparamiento de tierras. En algunos casos los empresarios entablaron amistad con los campesinos, acompañando este acercamiento con la dotación de escuelas, semillas, maquinaria, etc., hasta lograr arrendar sus tierras. Una vez lograda la obtención de tierra por arrendamiento, "no se retiran más"; y la inicial resistencia de los campesinos se diluye para comenzar una confrontación interna entre ellos.

En otros casos existe la compra directa de tierras a precios subvaluados a las familias campesinas con necesidades económicas. Por último está el desahucio que consiste en que la agroindustria ha avanzado tanto que sus sembradíos llegan a colindar con las comunidades rurales, hasta que a estas no les queda otra opción que vender su tierra.

Riquelme explica que, a décadas de aplicación de ese modelo, entre los efectos del agronegocio está la concentración de tierras que ha desplazado a los campesinos, tanto de sus territorios como de la producción de alimentos. El hecho paradójico es que los campesinos continúan siendo los proveedores de alimentos para el consumo interno, puesto que el agronegocio está orientado a la exportación: de un total de 5,3 millones de hectáreas cultivadas, los alimentos ocupan un 8% (430.499) de la superficie y el resto está destinado a cultivos de soya, maíz y girasol para la exportación.

El latifundio de 10 mil hectáreas o más creció de 351 unidades (fincas) y 9,7 millones de hectáreas, en 1991, a 600 fincas y 12,6 millones de hectáreas en la gestión 2008. Paradójicamente la cantidad de trabajadores en esas fincas decreció con el tiempo: de 335 a 62 en el mismo lapso. Los departamentos tradicionalmente campesinos e indígenas, como Caaguazú, Caazapá y San Pedro, figuran como los más "amenazados".

Los efectos del agronegocio señalados por Riquelme también se pueden ver a nivel de la salud, con la aparición de patologías desconocidas e intoxicación; la migración de la población a las ciudades; la disminución de producción de alimentos para consumo interno; la pérdida de semillas nativas; y la disminución del empleo.
Este panorama se complejiza cuando se advierte que el 40% de la población paraguaya es rural, y cerca de 1,5 millones de personas viven por debajo de la línea de pobreza.

Fuente: periódico "Jornada"

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