Desde septiembre de 2015, el consumo de electricidad en Bolivia ha llegado a records superiores a los 1.300 megavatios (MW), lo que parece relacionarse en gran medida con el aumento de población, industrias y comercios. Por su parte, el lado de la oferta tiene capacidad para cubrir aun muchos más records de consumo, y para exportar el excedente producido.
Sin embargo, según datos del Comité Nacional de Despacho de Carga (CNDC) actualizados a diciembre de 2014, al menos el 75% de la capacidad de generación eléctrica (1.424,38 MW) es dada por centrales termoeléctricas.
Las centrales termoeléctricas consisten en turbinas que queman combustibles para producir electricidad a través del calor generado en ese proceso, principalmente gas natural, y aunque también hay algunas centrales térmicas que queman biomasa, predominan los combustibles no renovables.
La información del CNDC muestra que la capacidad efectiva de generación eléctrica en Bolivia era de 1.892,58 MW a diciembre de 2014 (no hay datos más actualizados en esta fuente). De este total, sólo 465,2 MW correspondían a hidroelectricidad (energía renovable), lo que equivale a menos del 25% de la capacidad total.
En sí, a lo largo de los años se puede observar una tendencia: la proporción de hidroelectricidad (fuente renovable, aunque no exenta de problemas socioambientales) fue bajando, primero del 60% hace más de una década, al 40% en 2006 y luego al 25% en años recientes.
En este contexto, es intención del gobierno incrementar la producción hidroeléctrica a 70% y disminuir la termoeléctrica a 26% para el año 2025 (según publicación de La Razón del 27 de julio de 2015).
Pero un estudio realizado por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), advirtió que debido al cambio climático en Bolivia la reducción de lluvias y caudales de los ríos en el período 2070-2100 sería de entre 18 y 20%, lo que se “traduce directamente en pérdidas de generación de energía hidroeléctrica en la misma magnitud”.
Este cálculo solo toma en cuenta los efectos directos del cambio climático en Bolivia calentamiento global, derretimiento de glaciares, etc.), y no así otros impactos generados en el territorio boliviano que pudiesen afectar aún más su potencial hidroeléctrico, el que, según el exministro de Hidrocarburos y Energía en declaraciones el año 2013, es de entre 35.000 y 50.000 MW.
El Gobierno anunció el año pasado que buscará saciar la demanda interna con electricidad generada de fuentes alternativas (eólica, geotérmica, fotovoltaica), para así disponer de la hidro y termoelectricidad principalmente para la exportación.
Oferta, demanda y proyecciones
Desde los meses de agosto y septiembre de 2015, la demanda eléctrica en Bolivia superó la barrera de los 1.300 MW. En febrero de este año la demanda alcanzó los 1.342,5 MW, y hasta el 13 de marzo (última medición publicada del CNDC) se llegó a 1.323,4 MW.
En este mismo periodo de tiempo, la generación se ha mantenido siempre por encima de los 1.400 MW, teniendo un potencial de generación de más de 1.892 MW.
De acuerdo con declaraciones autoridades nacionales, se espera que para el 2025 Bolivia logre una generación cercana a 6.000 MW y un consumo interno promedio de 3.000 MW, planeándose exportar el excedente.
Para ello, se tiene planificada una inversión cercana a los 6 mil millones de dólares, que incluye también las energías alternativas.
Rezago solar y eólico
El primer proyecto eólico de Bolivia, en Qollpana (Cochabamba), tiene una generación de 3 MW, que representa un 0,15% del total de capacidad potencial de producción eléctrica.
A ello habrá que sumarle los entre 5 y 7,5 MW que se generarán en la primera planta de energía solar fotovoltaica de Bolivia, inaugurada en Cobija a finales de julio de 2015 por el gobierno, la que puede cubrir más de la mitad de la demanda del departamento de Pando.
Esta capacidad todavía no figura en los datos del CNDC, aunque sumando este potencial de generación a la del parque eólico de Qollpana, todavía no se llega ni al 1% de capacidad con energías alternativas.
Hace poco más de un mes, el presidente Morales anunció la inversión de 95,7 millones de dólares para una planta de energía solar en el departamento de Oruro, con una capacidad de generación de 50 MW.
Asimismo, el gobierno tiene proyectados 11 proyectos de energías alternativas, con lo que avanza poco a poco en la generación eléctrica con fuentes y métodos que no tienen ningún impacto negativo en el medio ambiente.
Pese a este esfuerzo, Bolivia todavía está rezagada en energías renovables y alternativas en relación a países vecinos como Uruguay y Chile. El 2013 Uruguay generó el 84% de su energía con fuentes renovables y alternativas, y para 2015 ésta bordeaba el 90%.
Chile, por su parte, acaba de concluir la construcción de la planta solar más grande del mundo que actualmente está en fase de puesta en marcha, en Copiapó (región de Atacama), con una capacidad de generación de 260 MW de potencia firme en base, y que podrá producir electricidad las 24 horas del día.
Lo interesante es la tecnología, de la empresa SolarReserve, que en Copiapó combina las placas solares ya conocidas con dos torres de almacenamiento de energía solar a través de sales fundidas, que pueden liberar la energía cuando se la necesita.
Así visto el panorama regional, si Bolivia quiere convertirse en el centro energético de Sudamérica, deberá planificar ambiciosamente la generación de energías alternativas y renovables, aprovechando al máximo su vasto potencial.
Las centrales termoeléctricas consisten en turbinas que queman combustibles para producir electricidad a través del calor generado en ese proceso, principalmente gas natural, y aunque también hay algunas centrales térmicas que queman biomasa, predominan los combustibles no renovables.
La información del CNDC muestra que la capacidad efectiva de generación eléctrica en Bolivia era de 1.892,58 MW a diciembre de 2014 (no hay datos más actualizados en esta fuente). De este total, sólo 465,2 MW correspondían a hidroelectricidad (energía renovable), lo que equivale a menos del 25% de la capacidad total.
En sí, a lo largo de los años se puede observar una tendencia: la proporción de hidroelectricidad (fuente renovable, aunque no exenta de problemas socioambientales) fue bajando, primero del 60% hace más de una década, al 40% en 2006 y luego al 25% en años recientes.
En este contexto, es intención del gobierno incrementar la producción hidroeléctrica a 70% y disminuir la termoeléctrica a 26% para el año 2025 (según publicación de La Razón del 27 de julio de 2015).
Pero un estudio realizado por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), advirtió que debido al cambio climático en Bolivia la reducción de lluvias y caudales de los ríos en el período 2070-2100 sería de entre 18 y 20%, lo que se “traduce directamente en pérdidas de generación de energía hidroeléctrica en la misma magnitud”.
Este cálculo solo toma en cuenta los efectos directos del cambio climático en Bolivia calentamiento global, derretimiento de glaciares, etc.), y no así otros impactos generados en el territorio boliviano que pudiesen afectar aún más su potencial hidroeléctrico, el que, según el exministro de Hidrocarburos y Energía en declaraciones el año 2013, es de entre 35.000 y 50.000 MW.
El Gobierno anunció el año pasado que buscará saciar la demanda interna con electricidad generada de fuentes alternativas (eólica, geotérmica, fotovoltaica), para así disponer de la hidro y termoelectricidad principalmente para la exportación.
Oferta, demanda y proyecciones
Desde los meses de agosto y septiembre de 2015, la demanda eléctrica en Bolivia superó la barrera de los 1.300 MW. En febrero de este año la demanda alcanzó los 1.342,5 MW, y hasta el 13 de marzo (última medición publicada del CNDC) se llegó a 1.323,4 MW.
En este mismo periodo de tiempo, la generación se ha mantenido siempre por encima de los 1.400 MW, teniendo un potencial de generación de más de 1.892 MW.
De acuerdo con declaraciones autoridades nacionales, se espera que para el 2025 Bolivia logre una generación cercana a 6.000 MW y un consumo interno promedio de 3.000 MW, planeándose exportar el excedente.
Para ello, se tiene planificada una inversión cercana a los 6 mil millones de dólares, que incluye también las energías alternativas.
Rezago solar y eólico
El primer proyecto eólico de Bolivia, en Qollpana (Cochabamba), tiene una generación de 3 MW, que representa un 0,15% del total de capacidad potencial de producción eléctrica.
A ello habrá que sumarle los entre 5 y 7,5 MW que se generarán en la primera planta de energía solar fotovoltaica de Bolivia, inaugurada en Cobija a finales de julio de 2015 por el gobierno, la que puede cubrir más de la mitad de la demanda del departamento de Pando.
Esta capacidad todavía no figura en los datos del CNDC, aunque sumando este potencial de generación a la del parque eólico de Qollpana, todavía no se llega ni al 1% de capacidad con energías alternativas.
Hace poco más de un mes, el presidente Morales anunció la inversión de 95,7 millones de dólares para una planta de energía solar en el departamento de Oruro, con una capacidad de generación de 50 MW.
Asimismo, el gobierno tiene proyectados 11 proyectos de energías alternativas, con lo que avanza poco a poco en la generación eléctrica con fuentes y métodos que no tienen ningún impacto negativo en el medio ambiente.
Pese a este esfuerzo, Bolivia todavía está rezagada en energías renovables y alternativas en relación a países vecinos como Uruguay y Chile. El 2013 Uruguay generó el 84% de su energía con fuentes renovables y alternativas, y para 2015 ésta bordeaba el 90%.
Chile, por su parte, acaba de concluir la construcción de la planta solar más grande del mundo que actualmente está en fase de puesta en marcha, en Copiapó (región de Atacama), con una capacidad de generación de 260 MW de potencia firme en base, y que podrá producir electricidad las 24 horas del día.
Lo interesante es la tecnología, de la empresa SolarReserve, que en Copiapó combina las placas solares ya conocidas con dos torres de almacenamiento de energía solar a través de sales fundidas, que pueden liberar la energía cuando se la necesita.
Así visto el panorama regional, si Bolivia quiere convertirse en el centro energético de Sudamérica, deberá planificar ambiciosamente la generación de energías alternativas y renovables, aprovechando al máximo su vasto potencial.
Fuente: periódico "El País-Tarija"
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