lunes, 20 de noviembre de 2017

LITIO: El mercado del litio aún es favorable pero Bolivia continúa rezagada

A nueve años de iniciado el proyecto industrializador del litio en Bolivia, la fase piloto no parece haber concluido de acuerdo con las metas iniciales: la Memoria Anual 2016 de la extinta Gerencia Nacional de Recursos Evaporíticos (GNRE) no da cuenta de que se haya cumplido con los volúmenes de producción establecidos para fines de 2011.
Aunque la GNRE ha asegurado que “actualmente en Bolivia ya operan la Planta Piloto de Sales de Potasio y la Planta de Carbonato de Litio” y que se ha “consolidado y validado definitivamente el proceso tecnológico por profesionales bolivianos”, los hechos no respaldan esta afirmación.
Según la planificación oficial, actualmente ya se debería estar produciendo 480 toneladas anuales de carbonato de litio y 12.000 toneladas anuales de cloruro de potasio. 
Sin embargo, las ventas de carbonato de litio apenas alcanzan a 24 toneladas por un valor de 1.401.216 bolivianos (aproximadamente 200 mil dólares), y las de cloruro de potasio llegan a 1.550 toneladas por un valor de 1.834.045 bolivianos (260 mil dólares aproximadamente). 
En enero de 2017 se creó el Ministerio de Energía, con un viceministerio de Altas Tecnologías Energéticas, del cual pasa a depender la Empresa Pública Nacional Estratégica de Recursos Evaporíticos (ERE), en remplazo de la GNRE; de esta manera, la Comibol deja de estar involucrada en el proyecto del litio. Y en abril se creó la empresa Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB) en remplazo de la ERE.
Hasta el momento, el nuevo Ministerio está en proceso de organizarse y no se conocen de mayores detalles sobre cómo se va encarar el proyecto en este nuevo marco institucional. 
Lo que sí, en septiembre el ministro de Energías, Rafael Alarcón, anunció que en octubre de este año se iba a conocer a la empresa internacional que ganó el proceso de licitación para la construcción de la Planta Industrial de Carbonato de Litio en Potosí, y que en noviembre se daría la orden de proceder.
“Hemos precalificado 10 empresas de diferente nacionalidad para la construcción de la Planta Industrial de Carbonato de Litio. En octubre ya tenemos las propuestas económicas y podremos saber quién será la empresa adjudicada para la construcción de esta obra y nosotros estimamos dar la orden de proceder en 30 días adicionales”, dijo la autoridad hace más de dos meses. 
Hasta el momento no se ha anunciado a ninguna empresa ganadora ni se ha dado ninguna orden de proceder. Todo esto en un momento en que la demanda y los precios de litio a nivel global son todavía altamente favorables para los países que concentran las reservas más importantes de este mineral.
Alta demanda, alto precio
Según el investigador del Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), Pablo Poveda, y en base a datos de Stormcrow (2017) y CEDLA (2014), la demanda industrial de carbonato de litio se ha incrementado en 77% entre 2008 y 2016, hasta llegar a 214.485 toneladas métricas. 
Las estimaciones de Stormcrow dan cuenta que la demanda de carbonato de litio para el año 2025 prevén un crecimiento del 91% desde el 2016, alcanzando a 410.054 toneladas métricas. La mitad de esta demanda es para baterías.
Poveda explica que, a su vez, la demanda de carbonato de litio para baterías tiene al menos tres componentes: baterías para teléfonos celulares, baterías para vehículos, y como almacenador de energía a gran escala. 
El uso tradicional en pequeñas baterías para teléfonos móviles, ordenadores portables y otros dispositivos electrónicos, en 2012 concentraba el 80% de la demanda, y en las proyecciones a 2025 se reduce a 17% debido a la saturación del mercado. 
El uso para el transporte en vehículos, motos y bicicletas, que alcanzaba en 2012 a 19%, y se estima dará un salto al 74% en la proyección para 2025. El uso potencial más importante, como almacenador de energía a gran escala, pasará del 1% en 2012 al 9% en la proyección para 2025.
En el ámbito del transporte, el año 2014 Panasonic fue la mayor productora de baterías para vehículos eléctricos, gracias principalmente a su alianza con Tesla Motors y al crecimiento de la división técnica de Volkswagen alcanzó un 41% de la cuota de fabricación de baterías a nivel mundial. Le siguen otras empresas, también proveedoras de las compañías automotrices, concentradas en la región asiática.
Pese a las presiones y competencias de otras industrias (como la del petróleo) “las perspectivas son alentadoras” dice Poveda: una estimación del crecimiento del mercado de vehículos eléctricos en 2012 indica que de una participación del 0,5% de unidades producidas pasaría a 6,5% en 2020, con un costo constantemente decreciente de las baterías para coches eléctricos.
Por otro lado, la oferta apenas está logrando cubrir la creciente demanda, y se proyecta un déficit de oferta a partir del año 2023, debido a que “existen problemas estructurales en la oferta frente al rápido crecimiento de la demanda: i) El tiempo de producción del carbonato de litio está todavía subordinado a las condiciones del clima; y, ii) Si se consolidara el cambio tecnológico de la producción de baterías para vehículos eléctricos, las reservas actuales no serían suficientes”.
Esto implica que las reservas bolivianas de litio pueden volverse aún más estratégicas para entonces.
El tema del precio es algo por analizar. El ciclo de crecimiento de los precios del carbonato de litio coincidió con el alza generalizada de precios de las materias primas que durante los primeros años de este siglo, y su estancamiento y caída coincidió con la crisis inmobiliaria de EEUU entre 2008 y 2011. Sin embargo, desde 2012, su crecimiento rompe con esa tendencia, y se registra un crecimiento de los precios.
En este sentido, si el comportamiento de la industria no varía demasiado, Poveda señala que “la perspectiva hacia el 2025 apuntaría a que los precios del carbonato de litio, en una posición conservadora, se mantengan en el rango de los precios registrados en 2016 y 2017, entre 7.500 a 9.000 dólares la tonelada métrica”.
Bolivia con tecnología cuestionada
Durante varios años Bolivia ha estado intentando desarrollar la “fórmula boliviana” para obtener carbonato de litio, principal producto evaporítico de exportación, junto al cloruro de potasio como fertilizante; se le ha llamado método de los sulfatos, y fue desarrollada por la empresa coreana Posco junto con profesionales bolivianos de la exGNRE (ahora YLB). Sin embargo, poco se sabe sobre esta técnica.
En agosto de 2015 el gobierno boliviano firmó un contrato, a través de la Comibol, para el proyecto de ingeniería a diseño final de la planta industrial de carbonato de litio con la empresa alemana K-UTEC, que tendría como base el proceso tecnológico de los sulfatos.
El tiempo de entrega del proyecto a diseño final debía ser 10 meses, pero dicho contrato sufrió varios meses de retraso, sin mayor justificación por parte de las autoridades correspondientes. 
Ello motivó al experto en la economía del litio, Juan Carlos Zuleta, a sospechar que el retraso y el silencio se debían a los “magros resultados en la fase piloto” del proyecto de litio que estuvo implementando la GNRE, por lo que la empresa K-UTEC “podría verse forzada a empezar de cero para llegar al proceso adecuado a ser escalado para la fase industrial del proyecto, lo que explicaría la falta de cumplimiento de plazos por la empresa alemana”.
Después del nunca aclarado retraso, K-UTEC finalmente parece haber entregado el diseño final, ya que el gobierno finalmente ha lanzado la licitación internacional para construir la planta de carbonato de litio. La primera licitación señalaba que ésta tenía que estar adecuada justamente a la técnica de los sulfatos.
Sin embargo, la última licitación ya no especificó el tipo de tecnología y redujo la capacidad de producción de la planta a 15.000 toneladas anuales. Según Alberto Echazú, el anterior gerente de la empresa, la falta de detalles se debe a un asunto de confidencialidad, mientras que el experto Juan Carlos Zuleta, insiste en que la tecnología desarrollada probablemente no funciona.
El gobierno ha señalado hace más de dos meses que habían 10 empresas internacionales precalificadas en el proceso de licitación, de las cuales una ganaría la adjudicación para la construcción de la planta. 
Sin embargo, existe un convenio de confidencialidad con estas empresas, que según Echazú “implica que no tengan que dar la información contenida en el diseño (efectuado por la alemana K-UTEC) a terceros”. O sea que no se sabe qué tecnología exactamente se usará, ni su eficacia para la producción de carbonato de litio.
La falta de transparencia y claridad en este tema es algo que sigue generando susceptibilidad y desconfianza en este proceso que, siendo estratégico para los afanes industrializadores del gobierno boliviano, ya lleva mucho de retraso y poco de resultados.
¿Anclados al extractivismo?
El extractivismo no es simplemente extraer materias primas. Implica también la exportación de estas materias primas con escaso o ningún valor agregado (sin industrialización). 
Chile ha estado aplicando este modelo, de exportación de carbonato de litio como materia prima, desde hace muchos años. 
Recientemente Argentina, desde que Mauricio Macri asumió la presidencia, ha abandonado sus intentos de industrialización y se está volcando aceleradamente a replicar el modelo chileno. 
Así, Bolivia ha quedado prácticamente sola en su búsqueda de darle valor agregado al “oro gris”, pero estancada y enredada en sus propias contradicciones.
Según el experto Pablo Poveda, el factor determinante de los retrasos y secretismos en Bolivia es que “no existe voluntad política desde el gobierno central para llevar adelante los procesos de industrialización” propuestos en sus propios planes de desarrollo. 
“En la práctica el gobierno se ha contentado con reformas impositivas en el sector de hidrocarburos para aumentar sus ingresos fiscales, ya que en su lógica rentista éste es un proceso menos complicado que el de llevar adelante una verdadera revolución industrial que le permita al país salir de su condición primaria-exportadora”, algo que ejemplifica por qué no se avanza tampoco en la industrialización del litio.
Por otra parte, Poveda también denuncia que el Ministerio de Planificación del Desarrollo “está subordinado a las decisiones del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, el cual privilegia el equilibrio macroeconómico en desmedro de los planes de desarrollo”.
Ello explicaría por qué Bolivia sigue financiando con su ahorro interno a los países y bancos del mundo desarrollado mientras los sectores y planes “estratégicos” de la economía no terminan de despegar a más de 10 años del proceso de cambio.
Fuente: periódico "El País"

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