lunes, 18 de diciembre de 2017

MINERÍA: Bolivia y la era de la plata

Pocas veces en la historia los metales preciosos embargaron tanto la atención de la humanidad como ahora. Cuando se opina del oro, pronto se hablará de la plata.

En un momento dado  fue la plata que dio a Bolivia su fama y su prestigio inigualables como país minero, como productor de metales preciosos, como lugar en el que era posible encontrar ilimitadas riquezas, en comparación con el resto del mundo.
La plata es conocida por los hombres desde tiempos inmemoriales. Ya hace 3.000 años antes de Jesucristo este metal jugaba un rol importante en la región de Mesopotamia, junto con el rey de los metales: el oro.
El comercio español de plata con los fenicios es conocido en la historia económica del planeta, y la gran riqueza de plata de los romanos también tenía su origen en España. Sugestivo es que en idioma español plata sea equivalente a dinero.
La Colonia
Desde el mismo 1492, cuando Cristóbal Colón llegó a las islas de Centroamérica, existen estadísticas sobre la producción de la plata a escala mundial.
América era un continente lleno de plata. En 1522 ya se transportaba este metal desde México hacia la Madre Patria. En América del Norte, en Nevada, Utah, Colorado, California, Arizona, Montana, Idaho, Nueva México, Oregón y Washington, hoy Estados Unidos, se descubrieron riquísimos yacimientos.
El maravilloso yacimiento del Cerro Rico de Potosí fue explotado sistemáticamente desde 1545. Fue algo fabuloso, la producción mundial de la plata se incrementaba  de un momento a otro. El poderío y la riqueza de la corona española llegaron a límites inauditos. El Cerro Rico fue la cumbre de la prosperidad y, a su pie, creció la famosa ciudad de Potosí, la Villa Imperial, una de las más célebres urbes del mundo entero.
Reconocimiento mundial
La fama de la Casa de la Moneda llegó hasta los últimos rincones del mundo. Potosí cobró particular importancia cuando, en 1571, se introducía el proceso de amalgamación de metales en nuestro país; proceso originalmente descubierto por Bartolomé de Medina, en 1560. Sistemáticamente, los españoles explotaban la plata en las minas potosinas y otras de la región, del Perú y de México, y es ingente la cantidad de riqueza boliviana que encontró el camino hacia las bóvedas españolas.
Las joyas de plata son ahora tan apreciadas como lo fueron hace miles de años. En la química, en la construcción de aparatos para la medicina y otras ciencias, en las naves espaciales, en la electrotécnica, en la fotografía y en la fabricación de espejos, ante todo en la fabricación de productos farmacéuticos, este material es irreemplazable; y como moneda es apreciada en todo el mundo.
Descubrimiento
Desde el descubrimiento de las cuantiosas riquezas albergadas en el Cerro Rico de Potosí, en 1545, inicia la Era de la Plata, que hasta ahora pervive. En su verdadera dimensión  se puede decir que el yacimiento potosino fue el  más grande del mundo.
Un viejo adagio español sostenía en su tiempo que se podía construir un puente de plata que uniera Potosí con España.
Una relación de la importancia de este yacimiento de plata, indica que en los siglos XVII y XVIII Nueva York y Roma tenían una población de 45.000 habitantes; París y Amberes 50.000; Lima, capital del Virreinato del Perú, 29.000; y Potosí, en su mayor auge económico, albergaba a una población de  160 mil habitantes.
La plata de Potosí geopolíticamente cambió las estructuras socioeconómicas de toda la región latinoamericana, convirtiéndose en el poder económico más grande del planeta para España y los bancos de los países circundantes; como Inglaterra, Alemania, Francia, etcétera.
En la veintena de años comprendidos entre 1752 a 1772 los conquistadores hicieron construir la Casa de la Moneda, a los pies del emblemático cerro, para el acuñamiento de monedas en esa edificación que ahora es un bello monumento histórico y un patrimonio turístico de Potosí.
La plata de Potosí llego al extremo de cambiar el nombre de la ciudad de Charcas, que desde ese tiempo lleva el nombre de Ciudad de La Plata. 
Lo mismo ocurrió con el nombre del río de La Plata, en Argentina. Cuando los españoles fundaron la provincia de Buenos Aires, denominó a su capital la Ciudad de La Plata. Cuando nació la República Argentina ese denominativo recuerda al nombre científico del metal: Argentium (Ag).
Fuente: periódico "Página Siete"

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